Adivina, adivinanza, ¿quién es más capullo?
Día 1
– Te empeñas en quererme. Y eso no funciona así. Amar no es cosa de esfuerzos.
– No sabes lo que dices. Hasta para amar es necesario entrenar y saber hacerlo.
– Pues yo lo he intentado un millón de veces contigo y no he sido capaz.
– ¿Sabes la diferencia entre odiar y amar? Espera, espera, no contestes. Odiar se puede hacer sin más como vas a comprobar ahora mismo, gilipollas.
Día 2
– ¿Me perdonas? Lo del jarrón en la cabeza fue un pronto.
– ¿Y lo de tirarme la ropa por la ventana?
– Eso fue por rabia. Venga, encima que me arrastro.
– Sigo entrenando.
– Te odio.
Día 3
– Fue un pronto.
– Eso se lo cuenta usted al juez.
– ¿Dónde le llevan?
– ¿A usted que le parece? Venga le doy un par de pistas. Va a tener un montón de amiguitos alrededor. Y va a estar más que tranquilo.
mayo 12th, 2011 at 3:10 PM
Pues para mí el capullo del día 3. En una situación como la que refleja el diálogo, la ironía sobra.
mayo 12th, 2011 at 3:14 PM
Joder, qué texto tan magnífico: hasta la última palabra no sabes si se trata de él o de ella.
Qué bonito es el amor.
(Estoy pensando que si fuese necesario entrenar para amar, me iba a forrar montando gimnasios…)
Un abrazo, Gabriel.
Que sepas que, aunque es la primera vez que te comento, te leo siempre.
Un abrazo.
Lolita.
mayo 12th, 2011 at 3:45 PM
Violencia verbal y física. Una lástima. (los dos)
mayo 13th, 2011 at 6:46 AM
Ese es justo el problema en tales casos, saber quién es más capullo. Cuando dos personas se empeñan en destrozarse mutuamente, lo bordan.