Donald Trump y la parte más oscura
Joaquin Phoenix. |
Donald Trump ha ganado las
elecciones en Estados Unidos. Y no puedo dejar de buscar explicaciones a este
disparate. La cabeza funciona de forma extraña y llego al arte como alternativa
a las noticias o a una mirada superficial.
Nadie se sorprendió cuando Joaquin
Phoenix consiguió el Oscar al mejor actor por su papel en ‘Joker’ de Todd
Phillips. No hay nadie en este mundo que discuta ese premio porque es una de
las mejores interpretaciones de la historia del cine.
¿Por qué gusta tanto este Joker
de Phoenix?
Lógicamente, está muy bien
dirigido. Y muy bien fotografiado. Cada encuadre busca lo oscuro, lo
deprimente, la mezcla de colores que pudiendo ser brillantes están apagados y
llaman a la tristeza. El personaje evoluciona, busca salidas, intenta ser lo
que tiene que ser y, así, se hace verosímil.
Pero, sobre todo, gusta porque
todos somos un poco este Joker tan peligroso, tan hundido en los infiernos. Y
es que en el mundo actual es difícil no estar mal de la cabeza, en un mundo
como el actual es difícil no sufrir con la desigualdad tan brutal entre pobres
y ricos, entre débiles y fuertes, entre buenos y malos. Todos somos un poco
este Joker patético, peligroso y enternecedor, porque sabemos que la solución a
una sociedad injusta planteada desde el poder del dinero es una revolución y
que esas revoluciones nunca fueron una broma. Entendemos al Joker porque
nuestra parte más oscura existe. Nos guste o no nos guste existe y es tan
dolorosa como vergonzante.
Personalmente, dicho todo lo
anterior, no empatizo con este personaje. Me asusta que alguien pudiera llegar
a esos extremos. De hecho, me asusta saber que algunos han llegado hasta esas
fronteras que separan lo humano de lo animal y han pasado al otro lado sin
grandes problemas. Me puede el miedo y trato de no imaginar qué es eso que
ocurre y dónde puede llegar un ser humano.
No empatizo aunque me parece la
mejor interpretación de lo que llevamos de siglo. Llevo un Joker en la punta de
los dedos aunque lo escondo, lo intento pulverizar... sin éxito. Siempre está.
No empatizo y siento temor por los millones de Joker que creamos cada año. Y
por esas fronteras que nunca sabemos dónde se encuentran.
Millones de jokers votando sin
saber que lo son. En Estados Unidos, en China y aquí mismo.
G. Ramírez
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