Frank Blanco, el bullying y el moderno disparate nacional

Frank Blanco. / Mediaset

El problema de los debates televisivos es que en ellos participan todo tipo de descerebrados, indocumentados, indigentes intelectuales o macarras disfrazados de eruditos de medio pelo. Además, el que aparece en uno de ellos y dice una chorrada peligrosa tiene grandes posibilidades de repetir e, incluso, de sumarse a otros debates en los que se habla de asuntos diversos que pueden ir desde la política a la religión. Todo esto podría ser una anécdota con la que podríamos vivir si hacer demasiado caso, pero deja de serlo cuando, ante cientos de miles de telespectadores, alguno de estos tontos del bote sueltan perlas peligrosas que los que miran el televisor se tragan sin reflexionar, como los pavos.

Gran Hermano es un clásico de los realities. Es un formato que acumula algunos escándalos vergonzantes y se nutre tanto de lo que sucede en el propio reality como de lo que se dice en otros programas de la cadena. Son varios programas colocados en la parrilla en la famosa prime time los que dedican un espacio de tiempo considerable a GH. Y, además, la cadena distribuye programas a lo largo de la semana en los que se debate sobre lo que sucede en la casa escenario y sobre lo que dicen los sujetos participantes.

Los colaboradores en esos programas (galas lo llaman algunos) y debates pueden ser exconcursantes, familiares de concursantes, periodistas dedicados a decir barbaridades o famosillos de palo que logran meter la cabeza en el programa para promocionar su imagen. Como ya se pueden imaginar, cuando abren la boca algunos de estos muere un suricato.

Uno de ellos es un tal Frank Blanco. Las imágenes que se vieron durante el programa de ayer ('Gran Hermano, el debate', creo que lo llaman) mostraban a dos de las concursantes criticadas por el resto con cierta vehemencia y con el resultado (desagradable) de lágrimas y berrinches de las señaladas. Frank Blanco dijo: ‘Si ellas no hacen más que crear conflicto. Cuando hay dos personas que tienen un problema con diez, el problema debe de ser de esas dos’. Es decir, si un niño es acosado en el colegio por diez o doce chulos y abusones, la culpa es de él porque algo habrá hecho. Y se quedó tan pichi este individuo. Por supuesto, las críticas están siendo duras y numerosas.

Hoy, Frank Blanco ha publicado un comunicado en redes sociales que dice: ‘Aclaro. En Gran Hermano he hablado de un caso muy concreto, dos concursantes y su comportamiento. Mi comentario se circunscribe a ese contexto. Rechazo el bullying y lamento que se hayan podido malinterpretar mis palabras’. Y no sé si es peor el disparate que dijo o la justificación. Porque acota sus palabras diciendo que no generaliza aunque en el caso que comentó, efectivamente, algo habrían hecho. Esto es como decir ‘no estoy de acuerdo con la violencia machista aunque en el que caso de fulatina creo que algo haría para merecer el castigo de su esposo que es un santo barón'.

No sé si en las cadenas de televisión son capaces de medir las consecuencias al permitir estas cosas. Desde luego, invitar a la caterva de incultos e insultones que llevan a los programas hace pensar que lo que quieren es eso, que se hable de ellos aunque sea por estas cosas tan inadecuadas y tan condenables. Y no sé si los espectadores son conscientes de haber convertido en millonaria a una señora (que no sabe hacer la o con un canuto) por casarse con un torero, a personas que se han dedicado a destrozar vidas ajenas, a gente que han soltado comentarios homófobos y machistas de enorme importancia y bajeza absoluta, a vagos que llevan viviendo del cuento un buen número de años gracias a que no faltan los que ven estos programas con frecuencia.

Qué lástima que el insulto, el disparate, la apología del pelotazo televisivo o la exaltación de la idiotez como valor en las personas, sea causa de éxito. Qué pena, de verdad.

G. Ramírez

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