¿Puede un hombre ser feminista? (I)
© Fritz Henle. Cleaning woman in MOMA, 1950s. |
Creo yo que a mi hija lo que le
va a empoderar (qué palabra tan fea) es lo que hace de lunes a viernes; lo que
va a permitir que progrese es ir a clase, terminar sus estudios universitarios
dentro de unos años y trabajar en igualdad de condiciones gracias a ese
esfuerzo. El mismo que tendrán que hacer o ya han hecho sus tres hermanos. Lo
de coser un botón le ayudará a salir del paso si se le cae uno del abrigo de
forma inesperada. Solo eso. Salvo que decida trabajar como costurera que es una
opción como otra cualquiera, claro.
Espero que sea feminista como lo
somos su madre, sus hermanos y yo mismo. La igualdad comienza por el feminismo
esencial. Hace unos años, Alicia Rubio, diputada de la Comunidad de Madrid,
dijo algo que me escandalizó, que el feminismo ‘es cáncer’. ¿Cómo una mujer
puede decir estas cosas? Es, por lo menos, preocupante. ¿Cómo se puede votar a
alguien que dice estar preocupada a causa del ‘lesboterrorismo’ y del ‘pornofeminismo’?
Alguien debería decir a esta mujer y a los que creen que estos mensajes tienen
algo de cierto que esas cosas solo existen en su cabeza, que aunque revistan
con un catolicismo radical sus ideas siguen siendo un auténtico disparate.
Lamento decir lo siguiente:
estamos a punto de vivir en España una explosión de violencia homófoba; un
retroceso en las libertades que las mujeres han tenido que conseguir a base de
sangre, sudor y lágrimas; lo que pudo parecer casi exótico durante unos meses
ha dejado de tener gracia alguna y se tiñe de peligro (los partidos que se
nutren del discurso del odio son un problema de inmensa gravedad). Los
inmigrantes son personas, los gais son personas, los sin techo son personas.
Las mujeres son personas.
Mi hija estudia. Mi hija se
coserá un botón si le sale de las narices y, desde luego, se lo coserá a otro
si decide hacerlo en libertad. Mi hija será igual a los hombres mientras tenga
las mismas posibilidades. No seré yo el que limite sus capacidades intentando
que se dedique a la costura porque ‘eso es cosa de mujeres’. No quiero una
sociedad en la que las mujeres cosan botones y cambien pañales (por cojones) y
los hombres salgamos del trabajo, tomemos unas copas y nos vayamos de putas
(por nuestros santos cojones). Mi hija tiene derecho a vivir en una sociedad
justa, igualitaria y libre. Y todos estos que vienen a dar clase de moral
pueden ir dando por hecho que somos muchos más los que queremos un mundo
feminista. Se acabaron las bromas. Esto hay que tomarlo en serio y no pasar ni
una. Nada de chistes, nada de tragar con lo que se escucha para evitar
problemas.
Por cierto, cuál es la obra de arte en la fotografía que acompaña esta columna.
G. Ramírez
Comentarios
Publicar un comentario