¿Construir el amor o salir pitando?

En el momento de escribir estas líneas, la población mundial alcanza las 8.192.615.800 almas. Pensar que entre los más de ocho mil millones de personas está el hombre o la mujer de nuestra vida da un poco de vértigo; más que nada porque hay que tener mucha suerte para encontrar a ese ser humano que ha nacido para acompañarnos durante nuestra vida. Mucha, mucha, suerte. Siendo generoso, puedo pensar que no sea solo una persona sino ciento cincuenta mil; y la cosa sigue siendo como buscar una aguja en un pajar. Pero los seres humanos siempre encontramos una solución a los problemas de magnitud sideral.

Nos encontramos, varias veces en la vida, a la mujer o al hombre de nuestra vida en versión imperfecta. No queremos aceptarlo (lo de la imperfección, digo) y proclamamos nuestra buena fortuna gritando a los cuatro vientos que hemos encontrado a nuestra media naranja. Por supuesto, es falso. Descubrimos, al rato, que Romeo tiene unas ideas políticas más extremas de lo esperado, que le huele a ñu el aliento al despertar o que se deja la mahonesa de la hamburguesa en la comisura de los labios. Descubrimos que Julieta es descuidada con la limpieza del pelo, que es dependiente de su madre hasta más no poder o que sigue teniendo un vínculo emocional con un ex que no le deja tener las ideas claras. Lo descubrimos y tenemos dos opciones. Una es fingir que eso es una pequeñez y que sigue siendo el amor de nuestra vida. Otra es salir pitando.

Tengo la sensación de que en la actualidad son más los que deciden seguir buscando su aguja en el enorme pajar que es el planeta Tierra. Y es una pena porque la gracia está en que dibujemos al de enfrente con amabilidad, perdonando los defectos que pueda tener, intentando acabar con problemas arrastrados o difuminando las cosas que no gustan porque de esas tenemos todos para dar y tomar. Sin hacer el esfuerzo, no puedo imaginar qué tipo de pareja puede superar el día a día durante más de dos o tres meses.

Solo con compromiso inquebrantable se puede sacar adelante una relación de pareja; solo entrecerrando los ojos para buscar lo bueno del otro, lo interesante; buscar esa aportación intensa de ida y vuelta tan necesaria en una pareja; solo queriendo querer, se puede vivir en la ensoñación de estar con el amor de tu vida al lado. Y esto no es nada malo porque es lo que se ha hecho durante siglos y siglos. Otra cosa es que no sea nada poético. Pero es que el amor es una amistad formidable, complicidad y una buena dosis de aguante. Lo otro es cosa de películas y novelas.

G. Ramírez

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