El amor y la mecánica cuántica
Imagen de una célula obtenida mezclando datos de rayos X, resonancia magnética nuclear y conjuntos de datos de microscopía crioelectrónica. |
Llevo años intentando expresar
qué es el amor. Por supuesto, no lo he conseguido; creo yo que no he sido capaz ni de acercarme. Pero sigo en ello por si algún día suena la flauta.
Revisando algunas de las críticas
musicales que he firmado durante estos años, me encontré con un texto sobre un
concierto de Jim Black y Elias Stemeseder en Madrid. Estos dos músicos hacen lo
que se llama free jazz y es muy difícil decir algo interesante de una forma de música
radical, extraordinaria y extraña. Ellos
agarran un tema, lo exprimen, lo retuercen, lo hacen trocitos muy pequeños y,
finalmente, lo integran en una partitura propia sin despeinarse. El tema de
Jerome Kern y Oscar Hammerstein, ‘All The Things You Are’, sonaba insertado en
uno de los temas que presentaban baterista y pianista, ‘Awkwarder’. Dicho así puede
parecer sencillo aunque se trata de algo complejo y exigente, de algo que muy
pocos logran entender.
Y esto me hace pensar en el amor, en su complejidad y en la imposibilidad de aprehenderlo, en lo que somos, en lo que entendemos de la realidad, en esa parte que no podemos tocar de las cosas aunque están y son el complemento necesario y perfecto para que lo material tenga sentido. Pienso en el amor como la descomposición de la realidad del que ama, como la recolocación de los componentes, y pienso en el amor como la única forma de organizar las cosas cuando eso parece imposible.
La mecánica cuántica es una
disciplina de la física. Resumiendo mucho, mucho, es una forma de describir la
naturaleza considerando escalas espaciales extraordinariamente pequeñas. Es
algo así como acercar una lupa de enorme potencia buscando que podamos llegar a
ver la realidad dividida en sus partes casi esenciales. Aunque parezca que es
algo alejado o muy al margen de lo que percibimos cualquiera de nosotros de la
realidad, la mecánica cuántica explica los colores o cómo se comporta la luz.
Sirva todo esto para entender en qué consiste una parte de la física que parece
enredarse en el mismísimo amor.
El amor es algo así como la caja
en la que podemos introducir lo que somos, lo que amamos, lo que pensamos, lo
soñado o lo intuido. Todo va a parar a ese recipiente, todo se mezcla de forma homogénea
y todo eso es a lo que podemos dar la forma necesaria para rendirnos y
arrodillarnos ante el nuevo cetro. La amada, Dios, un animal, los hijos, todo
aquello que se ama. Amar es reorganizar las realidad, amar es mirar cualquier
cosa encontrando belleza en cada pliegue, en cualquier arista, en cada átomo. Amar es querer
ver cada partícula para poder disfrutarla. Porque no amamos lo que vemos sino
lo que representa, lo que simboliza, lo que necesitamos y lo que encaja en
nuestra idea de amor. El amor existe en tanto existe la posibilidad de no
conformarse con lo que se ve y se puede tocar. El amor está más allá de lo material,
el amor espera detrás de lo evidente. El amor somos cada uno de nosotros investigando
el entorno.
Sigo sin conseguirlo. Lo sé.
G. Ramírez
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