El recuerdo y el doble hilo con el que se teje

Autor desconocido

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Pienso que somos lo que somos porque ya hemos sido aquello que nos ha traído hasta aquí. Somos el resultado de nuestro pasado, de las decisiones que tomamos, de los desastres vividos, de los amores verdaderos o de aquella conversación de la que no somos capaces de escapar. Pienso en ello y creo que es cierto, lo creo absolutamente. Pero ¿todo eso es real? Claro que no. Ya sé que parece contradictorio aunque no lo es. 

Y me viene a la cabeza un poema de Luis Rosales que dice: El recuerdo se teje / con doble hilo, / y, de cuando en cuando, se recuerdan cosas / que no han sucedido. Aquí está la clave, en ese recuerdo que nos permite hacer del pasado algo soportable. Somos lo que somos gracias al pasado que nos inventamos. Ni aquella tarde fue tan divertida, ni ese examen fue tan definitivo, ni quisimos tanto a aquella chica que conocimos en la playa. Todo es una enorme invención que preferimos creer a pies juntillas y que nos ayuda a controlar lo que pasó para poder ser lo que somos. Se parece mucho aunque, en esencia, es muy diferente. El pasado filtrado es el pasado verdadero. Así funcionan las cosas.

Recordamos lo que nos gustaría que hubiera sido. Aquello que pasó sin ser como lo recordamos. Tal vez se parece aunque no es exacto y esa falta de verdad absoluta convierte todo en una ensoñación de la que no nos queremos mover. Los sicólogos, a veces y solo a veces, nos arrancan de ese firme que nos sujeta. Pero somos solo nosotros los que podemos dibujar la verdad. ¿O el paso del tiempo ya ha difuminado todo lo cierto y queda, tan solo, el recuerdo distorsionado? ¿Existe remedio?

El doble hilo del recuerdo (la verdad y lo inventado se trenzan para hilvanar la vida) invita a confundir. ¿Es eso malo? Es la propia vida; es la suma de realidad y ficción de la que nos nutrimos los seres humanos. Ese es el relato del que no podemos prescindir nunca jamás.

G. Ramírez

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