Ha muerto el Papa Francisco y con él la gran esperanza católica

 


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Ha muerto el Papa Francisco. Ha muerto, con él, un intento de cambio radical de una Iglesia anclada a sí misma, sobre todo, en el territorio más cenagoso de la institución. Digo intento porque todo (o casi todo) se ha quedado en una maravillosa voluntad vapuleada por una Curia tremenda y mostrenca, por unos problemas tan irresolubles como vergonzantes (la pederastia es el ejemplo más paradigmático de ello), por un sector radical de la propia Iglesia Católica que produce pavor para los cristianos que andamos por el mundo intentando creer en un Dios paternal y comprensivo y no en el pecado como lacra del ser humano, un sector que no ha dudado nunca en cargar contra un Papa rojo y peligroso que se ha atrevido a tender la mano a los gais, lesbianas y transexuales y ha tratado de escapar de los poderosos. Desde el primer día de su pontificado, Francisco ha sido atacado desde dentro de la Iglesia. Una pena y una vergüenza.
Pero aunque los logros de Francisco han sido escasos a efectos prácticos, el aroma a amor por el ser humano, por los colectivos más desfavorecidos, por todo aquel que trata de pasar por este mundo queriendo convertir la vida en algo amable y solidario, quedará reposando en cada rincón del corazón de los católicos y de los que no lo son, por siempre jamás. Y es que Francisco ha sido un Santo Padre ejemplar.
La elección de su nombre ya fue una declaración de intenciones. Adoptar el de un santo que se colocó frente a la Curia y junto a los pobres significaba algo importante, nuevo, rompedor. Qué ilusión tan grande provocó aquello. Jorge Mario Bergoglio ha sido el primer Papa jesuita, el primer Papa americano, el primero desde el siglo V que no era europeo. Convivió durante algunos años con Benedicto XVI, algo que no había ocurrido jamás (dos Papas vivos no se conocía en toda la Historia). Ha sido un soplo de aire fresco.
El Papá Francisco no ha sido un teólogo excepcional aunque sus encíclicas resultan de lo más interesantes. La última de ellas (la cuarta y la de mayor profundidad teológica) debería estudiarse en los institutos y colegios puesto que trata, de forma admirable, delicada y honda, la relación de la sociedad actual con el dinero y el mundo virtual, un mundo en el que se sabe todo sobre lo material y se olvida siempre lo espiritual. ‘Nos amó’ se publicó en 2024 y alude al corazón de las personas frente al dinero.
Francisco ha estado muy cerca de los pobres y tratando de escapar de las garras de los poderosos. Y eso ya es un logró y una razón para agradecer. Gais, lesbianas, transexuales, divorciados, niños, colectivos desfavorecidos o las mujeres, han sido su obsesión durante estos años.
Me temo que, ahora, la cosa cambiará radicalmente y volveremos atrás. Como lo está haciendo el mundo entero. Ojalá me equivoque. Personalmente, creo que echaré mucho de menos a Francisco. Mucho, mucho.
G. Ramírez

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