Vargas Llosa: Literatura, ópera y papel couché
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Mario Vargas Llosa |
Mario Vargas Llosa ha muerto. Parece ser que una neumonía ha sido la causa última del fallecimiento de uno de los mejores autores de habla hispana de toda la Historia. Escritor, político o comentarista deportivo. Premio Nobel de Literatura. Es igual. Vargas Llosa fue un espectáculo hasta en el territorio de las cosas del amor. La Humanidad ha perdido a uno de los grandes.
Se me ha muerto Mario Vargas Llosa. Mi autor preferido, ese hombre que escribía libros que parecían estar destinados a que un joven con la cabeza atestada de ideas, con los sueños intactos y con toda la vida por delante, pudiera trazar un camino tan difícil como seductor. El destino ha sido tan terco que me ha hecho coincidir con él en la platea del Teatro Real de Madrid un buen número de veces. Siempre fue cariñoso y amable.
‘La ciudad y los perros’ me dejó grogui por su dureza y por su hondura narrativa. ‘Conversación en La Catedral’, un libro que me recomendó mi buen amigo Alfonso Sánchez, ya me dejó K.O. La estructura de la novela resultó ser un descubrimiento abrumador; el dibujo de los personajes era exacto, quirúrgico; la trama se trenzaba con maestría y se enroscaba sobre sí misma hasta atraparte por siempre jamás… Formidable. Si ya quería ser escritor, las primeras lecturas de esos relatos firmados por Vargas Llosa me indicaban un camino mucho más difícil y hondo de lo esperado. Luego llegaron ‘La guerra del fin del mundo’ (colosal), ‘La tía Julia y el escribidor’ (divertida a más no poder), o ‘La casa verde’ (otra novela total). Y después todo lo demás. Sin faltar ni una obra.
Es verdad que no todas las novelas de Vargas Llosa son igual de maravillosas. La última etapa del escritor fue mucho más plana, mucho menos admirable. Las cosas del amor y la política le nublaron la mirada a don Mario. Y es que el papel couché envuelve las vidas y opacan la realidad. Demasiadas interferencias incluso para una mente privilegiada.
Se me ha muerto el autor con el que más he aprendido de literatura, el autor que ha sabido conmocionarme cientos de veces, el autor que hizo que quisiera ser escritor (junto a Faulkner fue definitivo, insisto, el poder admirar universos completos creados para entender la realidad). Se me ha muerto un poco de esa esencia que llevamos a la espalda los escritores. Pero me quedan los libros, sus libros.
Además, como ya he dicho, he tenido la inmensa suerte de disfrutar de la ópera junto a él un buen número de ocasiones. Él tan arreglado y tan perfecto; yo con mis tejanos y un jersey de cuello alto cualquiera. Por cierto, desde que Vargas Llosa dejó de asistir a la ópera, la que fue su pareja más famosa no ha vuelto a aparecer. Eso dice mucho de la relación que mantuvieron. Escribo estas líneas escuchando ‘La Bohème’ de Giacomo Puccini para recordar mi primer encuentro con este hombre.
El mejor homenaje que se me ocurre es volver a leer sus relatos. Los mejores y los peores. E invito a todos a que lo hagan porque el universo de Vargas Llosa es inigualable y merece la pena conocerlo.
Descanse en Paz.
G. Ramírez
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