Amor y libertad

© Dieter Krehbiel

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Tranquilidad, voy a ser breve. Ya sé que esto del amor da mucha pereza, pero me apetecía hablar de ello un rato.

Sin amar, la vida de las personas pierde todo el sentido. Sin amar, esa zona tan oscura y tan peligrosa que todo ser humano posee, esa zona que se corresponde con el instinto animal y el de supervivencia por encima de cualquier otra cosa, se impone sin obstáculo alguno. Sin amar, el ser humano no es capaz de ver más allá de sí mismo y de lo que le interesa para seguir adelante en modo salvaje. Por ello es necesario comprender que amar es un acto que tiene que ver con toda nuestra existencia. Si alguien cree que amar se reduce a tener un novio y darse un revolcón que dure unos años (hasta que se acaba lo que se daba) comete un error monumental. Amar es mucho más que la relación de una pareja.

Todo esto da para escribir un ensayo voluminoso y aquí no se puede hacer como es natural. Tal vez sea más sensato reflexionar mínimamente sobre algo que ocurre con enorme frecuencia: olvidamos que somos capaces de amar.

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El amor tiene que ver con la pareja pero, también, con los compañeros de trabajo, con las personas que pasan a tu lado cada día, con los animales o con las plantas. Amar es la expresión de vida más potente que existe y sin amar el ser humano se seca, se vacía por los cuatro costados y se convierte en una sombra de lo que debería ser. Atender a un cliente ha de ser un acto amoroso; ayudar a una anciana a subir al autobús también; prestar unos euros a ese amigo que anda siempre pidiendo ayuda porque nadie se la ofrece, lo mismo... Cualquier acto del ser humano que no esté envuelto en su capacidad de amar le está robando el sentido a su vida. Incluso los políticos deberían hacer las cosas por amor a los demás. Todos. Sin amor no hay libertad puesto que las cosas se hacen por temor.

Olvidar que se puede y se debe amar es convertirse en eso de lo que escapas siendo joven, de eso que reniegas cuando la vida aún no te ha maltratado más de la cuenta. Y olvidarlo es traicionarse a sí mismo y todos los demás

Siempre digo (puede servir como resumen) que aquí se viene a cuidar de los demás y a morir cuando toca. Lo de morir es obligatorio. Cuidar de otros es voluntario aunque no hacerlo es morir mucho antes. Es lo que hay; me temo.

G. Ramírez

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