Apestamos a muerte. Cada 45 minutos muere un niño en Gaza
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Una mujer sujeta el cadáver de su sobrina de dos años. / © JEHAD ALSHRAFI |
Hay que ser un verdadero imbécil para no sentir compasión, rabia y lástima, viendo cómo una guerra acaba con la vida de cientos de personas cada día. Hay que ser un majadero para justificar una matanza diciendo que unos terroristas que vivían al lado de todos los muertos fueron los primeros en golpear. ¿Qué culpa tienen los niños? ¿Qué culpa tienen los cientos de miles de personas que no saben cómo se dispara un arma y que lo que desearían es vivir en paz? Y hay que ser un tocino para abrir la boca y soltar una chorrada sin saber nada sobre un conflicto muy antiguo (Palestina estuvo ya bajo el control otomano desde 1516 y han pasado muchas cosas desde entonces que no conocen todos estos que opinan y defienden cosas como si fueran expertos) y que tiene una historia sorprendente.
Miro estupefacto las conversaciones barriobajeras, macarras y estúpidas de unos defendiendo la canción de Israel en Eurovisión y otros creyendo que desde las redes sociales se hace una revolución antifascista; unos bobos que creen que votar a ese país para que gane un festival es mofarse del Gobierno de España y una clara muestra de compromiso político y a otros que son tan superficiales como los que detestan. ¿Se puede ser más tonto? Escucho estupefacto a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, defendiendo a Israel y justificando la guerra que ha montado un político corrupto que no puede dejar el poder si quiere evitar los tribunales (Netanyahu) como si le fuera la vida en ello y sin saber una palabra del asunto salvo lo que le cuentan por las mañanas en el resumen de prensa. Cómo se le ha ido la mano a esta mujer lo demuestra que el presidente de su partido ha dicho lo contrario muy poco después para rebajar el daño que puede hacer una mente simple y peligrosa. Es una vergüenza que estemos en manos de ignorantes.
Ya sé que los terroristas palestinos son unos salvajes. Ya lo sé. Lo que no tenía tan claro es que el ejército israelí podría ser tan brutal con la población civil o que la muerte de dos mil personas tuvieran que pagarla cincuenta mil hombres, mujeres y niños en su mayoría inocentes. Resulta inconcebible que un pueblo tan castigado como el judío sea capaz de no entender que se está haciendo lo mismo con un pueblo que hace ya mucho fue su hermano.
Cuando los nazis acabaron con la vida de millones de judíos, el pueblo alemán se quiso poner de perfil y todo el mundo negaba saber qué había estado pasando en los campos de exterminio. Las comunicaciones no eran lo que son ahora y algunos no sabían (la mayor parte de los alemanes, tal y como ha quedado claro, conocían perfectamente la salvajada que se estaba practicando). Pero hoy lo sabemos todo, lo vemos todo, nos lo enseñan mañana, tarde y noche. Y todos seremos cómplices de la muerte de decenas de miles de personas si no somos capaces de hacer algo. Incluso los que dicen esto mismo que digo yo. Porque es muy fácil decirlo sentado en una silla comodísima como la mía. Me hace sentir mal, me hace pensar que apesto a falta de verdadero compromiso.
Todo apesta a decadencia, muerte y maldad.
G. Ramírez
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