Los jóvenes y el alquiler imposible. Culpables somos todos
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Under the bridge. / © Frank Kunert |
Es evidente que en España el problema de la vivienda es una calamidad que está poniendo en jaque millones de futuros de personas jóvenes que ven cómo un derecho fundamental se ha convertido en un atolladero esencial.
Miles de viviendas están vacías puesto que los propietarios no se sienten seguros colocándolas en el mercado de alquiler. Miles de viviendas se dedican al alquiler vacacional y el problema se agrava puesto que las ciudades se están convirtiendo en una especie de gueto para turistas con dinero y dispuestos a pagar cantidades indecentes por pasar una noche en un barrio, muchas veces, cutre y peligroso (eso lo descubren al llegar, claro). Miles de viviendas se alquilan a precios disparatados y nadie cede un milímetro, nadie quiere ser el ‘gilipollas’ que deja de ganar pasta fácil. Muchos de los caseros que abusan de forma obscena de los jóvenes desesperados por no poder emanciparse se quejan amargamente de lo caso que está todo y de lo triste que es ver a los hijos pasando las de Caín.
Nos estamos destrozando la vida unos a otros a cambio de un puñado de euros. Y eso es algo que debería avergonzarnos como sociedad aunque aquí nadie se siente culpable; aquí lo fácil es decir que Pedro Sánchez es un mierda y que lo está destrozando todo. Esto es como los que se quejan de los recortes en sanidad y piden pagar sin IVA al fontanero que, por supuesto, se siente mucho mejor pensando que los impuestos los pague el padre del Presidente. Somos una irrisión. Sangramos a nuestros jóvenes y les compadecemos a la vez.
Mientras no seamos capaces de entender que formamos parte del problema no lograremos que las cosas se enderecen. Cobramos una cantidad imposible a los jóvenes por un espacio raquítico; votamos sin sentido y no aceptamos que los resultados son los que son y hay que tragar con ellos; seguimos regateando impuestos y dormimos a pierna suelta si logramos no pagar unos eurillos (porque ‘para que se lo lleven estos cabrones me lo quedo yo’).
Una reflexión. Llevarse un paquete de folios de la oficina es robar. Otra cosa es que es tan poco el valor de esos papeles que no se castiga y nadie le da importancia. Pero es robar. De hecho, si alguien se lleva un paquete de folios de la oficina es posible que termine llevándose algo más si lo tiene a tiro. Es robar y está feo. No pagar el IVA de una reparación en casa o una avería del coche es defraudar. Es lo mismo que hacen todos estos que están desfilando frente a los jueces, pero en pequeñito. Y más de uno de los que gritan que Pedro Sánchez es un traidor, que Montoro es un asco o que Santos Cerdán debería devolver hasta el último céntimo y no salir de la cárcel en una larga temporada; más de uno, decía, no entiende que está haciendo lo mismo pero de forma enana y nauseabunda. Por cierto, no dejen de escuchar esta bonita canción de Biznaga.
G. Ramírez
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