Matar a los sedientos ‘por error’. Israel sigue con su limpieza étnica
Pasa el tiempo y la intensidad informativa desciende. Más de veinte meses de limpieza étnica en Gaza, muertes que causan estupor, dolor de un pueblo que ya nunca podrá rebajarse, ciudades en ruinas, sangre y lágrimas. Israel sigue adelante con un genocidio que apoyan algunos y condenamos casi todos.
Lo último ha sido el bombardeo de un punto de recogida de agua. Según Israel, ha sido un fallo técnico. Casi dos años de matanzas y son capaces de hablar de un fallo técnico. Treinta y siete muertos (seis de ellos niños) que buscaban agua. Porque los palestinos pasan hambre, sed, todo tipo de necesidades. ¿Qué hay que tener en la cabeza para considerar estas matanzas como algo normal, algo merecido o parte de una venganza justa? ¿Cómo nadie puede simpatizar con la matanza sistemática de civiles desarmados? ¿Desde cuándo se puede considerar una guerra algo así si sólo hay un ejército frente a miles de civiles a punto de morir de hambre, sed o bajo los escombros de un edificio bombardeado?
Los ataque terroristas que desencadenaron el conflicto fueron criminales, propios de salvajes. Pero esos que se dedicaron a matar inocentes no son el pueblo palestino, eran terroristas con nombre y apellidos. Seguramente, casi todos aquellos sujetos ya han muerto. Los ataques terroristas que desencadenaron el conflicto necesitaban una respuesta militar, pero no un genocidio, una acción brutal que busca acabar con el pueblo palestino.
No dejan comer a los civiles, ni beber, ni dormir, ni mantener su dignidad. Las personas parecen diluirse bajo el odio, la violencia, la falta de humanidad o la hipocresía de los políticos que no dudan en matar para mantener sus cargos. Asistimos a una canallada que resulta incomprensible y que parece que solo puede cometerla un ser de otro planeta. Parece mentira que el pueblo judío, habiendo vivido un holocausto terrorífico, permita que esté ocurriendo algo bastante parecido.
Pasa el tiempo y la intensidad informativa desciende por lo que el interés baja y el olvido comienza a ocupar un lugar preferente. No dejemos que nos pase a nosotros, no dejemos de pensar en la brutalidad que reina en una parte del mundo y que mañana podría trasladarse a nuestra tierra.
G. Ramírez
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