Ser el rastro de todos





Me pregunto qué diferencias ven los israelitas entre el Holocausto que sufrieron durante la II Guerra Mundial y la aniquilación del pueblo palestino que se está produciendo en la actualidad. Tal vez no se han percatado de que las brutales cámaras de gas se han cambiado por misiles de gran tonelaje que llegan llenos de muerte a su destino. Tal vez no han mirado la cara de los niños que mueren a diario en Gaza porque si lo hicieran verían el mismo miedo y la misma angustia que sintieron las miles de criaturas que terminaron muriendo en los campos de concentración nazis. Tal vez creen que Dios sólo tiene ojos para el pueblo judío y mira de soslayo a los palestinos que dejan la tierra que ocuparon desde hace siglos. Tal vez no saben que han deshumanizado tanto al pueblo palestino que les impide ver personas y sólo alcanzan a observar animales, bestias y sabandijas.
Los niños palestinos mueren de hambre a diario. Los jóvenes y los adultos y los ancianos están a punto de caer. Y los israelitas claman al cielo para que los rehenes que continuan vivos no mueran de hambre. Los rehenes comen lo mismo que los palestinos. Y de eso tienen la culpa Netanyahu y sus acólitos. La muerte, hoy, se apellida Netanyahu; la muerte, hoy, desfigura la identidad israelí. La muerte es una espiral atroz, estúpida, fanática e interesada que algunos políticos israelitas justifican con propaganda vergonzantes.
Paseando con Gaia por Oviedo, una ciudad maravillosa y acogedora hasta más no poder, he encontrado un monumento en recuerdo de las víctimas de la shoá. La placa dice que lo que sucedió no debería volver a pasar jamás. Y está pasando. Lo que ha cambiado es que el verdugo es el que fue la víctima. Parece que no se aprendió nada de ese capítulo tan negro de la historia de la Humanidad.
En realidad, había pasado por delante del monumento decenas de veces aunque no había prestado atención. Está ubicado en un parque céntrico de la ciudad y el tamaño es considerable (al menos como para poder fijarse en él).
Leamos lo que dice esa placa, aprendamos de memoria y creamos en lo que dijo Elie Wiesel. Y miremos la pantalla de la televisión, y leamos las crónicas de guerra, avergonzados por permitir que pasen estas cosas, con el compromiso de hacer algo, por poco que sea, para acabar con este desastre que es la invasión de la Franja de Gaza y el precio que está pagando todo un pueblo a causa de la actividad de un grupo terrorista repugnante como Hamas.
G. Ramírez


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