El genocidio de Gaza, la ONU y los garrulos cañís

Personas desplazadas huyen del norte de Gaza por la carretera costera hacia el sur del enclave, el pasado jueves. ASSOCIATED PRESS/LAPRESSE (APN)

Matar; causar daños físicos o mentales graves; infligir deliberadamente condiciones de vida calculadas para causar la destrucción total o parcial de un pueblo; imponer medidas para impedir los nacimientos; y traslado forzoso de menores. Estos son los cinco criterios que figuran en la definición de genocidio recogida por la Convención sobre la prevención y la sanción de este delito de 1948. Y, ahora, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de Naciones Unidas sobre los Territorios Palestinos Ocupados, dice que los cuatro primeros de esos criterios se cumplen en lo que está ocurriendo en Palestina. Por tanto, esa Comisión ha señalado a Israel para afirmar que se está cometiendo un genocidio que está ‘intentando destruir a los palestinos de la Franja como grupo’.
No sé si esto será suficiente para que el alcalde de Madrid deje de decir cosas como que lo que está sucediendo en Gaza no es un genocidio porque durante la II Guerra Mundial el pueblo judío tuvo el suyo propio (un razonamiento del que trata de defender lo indefendible y que algún día tendrá que explicar este individuo si no quiere pasar a la posteridad como un idiota recalcitrante); no sé si esto será suficiente para que Isabel Díaz Ayuso (la mujer que más ha enfangado la política en los últimos tiempos, a base de usar tonos casi bélicos y aprovechando cualquier cosa para enfrentar a unos con otros) deje de decir disparates y de fotografiarse con ciclistas de un equipo israelí y no con el resto de deportistas. Díaz Ayuso es retorcida y muy peligrosa; ganará elecciones aunque el tiempo dejará claro quién es, lo limitada que es ejerciendo sus cargos políticos, y la talla intelectual tan ínfima que posee.
Aquí nadie persigue a nadie; aquí nadie quiere que un grupo terrorista como Hamas tenga un solo milímetro de espacio en este mundo; aquí nadie odia al pueblo judío. Me temo que son buena parte de ellos, de los israelitas (al menos así puede deducirse de los resultados electorales que han llevado a la extrema derecha más radical al poder) los que creen que son, realmente, el pueblo elegido por Dios y los que han logrado deshumanizar a los palestinos. Ya no ven personas hambrientas, ya no ven niños sangrando y llorando aterrorizados, ya no ven hospitales destruidos sin piedad; sólo ven bestias, animales salvajes que no se encuentran a su altura. Los palestinos no son personas a los ojos de muchos, me temo. Ese es el gran problema. Y, lamento recordar, que es eso lo que sucedió en la Alemania nazi y en buena parte de Europa antes y durante el conflicto bélico más tremendo de la historia.
No es que lo diga yo, no es que lo diga el perverso y malvado Pedro Sánchez para ganar votos, no es que lo diga un periodista rojazo y masón pagado por la progresía más peligrosa; lo dice una comisión creada por Naciones Unidas.
Por cierto, me repugnan todos aquellos incapaces de ver un drama tan intenso como el que están sufriendo cientos de miles de personas en Gaza; me repugnan porque son incapaces de entender que las ideas políticas se convierten en un problema si impiden tener un mínimo de empatía con los que están pasando las de Caín. Me repugnan y mucho todos los que se creen más patriotas que nadie señalando a los palestinos como pueblo terrorista porque demuestran, así, lo catetos e ignorantes que son. Y me preocupa que tengan tantos altavoces en la Internet sujetos que no saben hacer la o con un canuto. Miedo me dan.
G. Ramírez

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