El año 2025 ha sido desastroso ¿no?

Dewatering works on the Zuiderzee, Netherlands, ca. 1930. / © Eli Lotar

Se acaba el año 2025 y la casa sin barrer. Yo diría que ha sido un año catastrófico.

Hemos sufrido un apagón en España que parecía imposible y eso es una anécdota casi graciosa si lo comparamos con la que está cayendo dentro y fuera de España. Por cierto, la anécdota nos está costando un riñón a todos los españoles ya que se sigue gastando una cantidad de gas para que no vuelva a suceder que se le va a uno de la cabeza al escuchar los datos. Y en Gaza han muerto miles de personas, se ha tratado a un pueblo entero como si fueran ganado (aunque ya no ocupan las portadas de los periódicos, siguen muriendo hombres, mujeres, niños y ancianos a un ritmo vergonzoso); y en Ucrania continúan muriendo jóvenes en el frente y las ciudades son bombardeadas a diario; y en África los conflictos bélicos se han convertido en un clásico (allí siguen matándose sin remedio y ni nos enteramos). Y se acaba con la vida de unos tipos señalados como traficantes de droga (sí, los venezolanos que navegan en lanchas por el océano) y no rechistamos cuando, en realidad, no sabemos si son delincuentes o cualquier otra cosa; damos por hecho que son culpables o, lo que es peor, no queremos saberlo. La violencia está tan normalizada que asusta. Y que un político estúpido reparta justicia como si fuera una especie de Dios pasa desapercibido y nadie dice ni pío (¿Recuerdan a Hitler? Pues eso).

Los políticos en España han vuelto a dar señales de corrupción de la forma más chusca que uno puede imaginar. Se quiere hacer creer al personal que son casos aislados aunque es mentira; el sistema es corrupto de arriba a abajo. Los políticos están destrozando España y el mundo entero. Y mienten de forma descarada y cruel. Por ejemplo, lo de Mazón y Feijóo no tiene nombre. Ni lo de Pedro Sánchez y todo un séquito de delincuentes que ha tenido al lado durante años y que le hacen responsable de mucho de lo que ha pasado.

La cesta de la compra se ha convertido en un suplicio. Es imposible que una familia con ingresos medios pueda comer fruta y verdura, carne y pescado, huevos o legumbres, sin que tengan que estirar el dinero hasta límites asombrosos y, al mismo tiempo, renunciar a un pequeño capricho. Las navidades de muchos se han pasado gracias a un crédito bancario y eso es mala noticia. Tal vez sea la peor de todas.

La vivienda es una quimera para los más jóvenes. Y sin vivienda digna y accesible el futuro se desdibuja. Así de sencillo. Sin vivienda no hay nada que hacer. Y ni Gobierno, ni oposición, ni esos líderes políticos que montan a caballo con un poncho confundiendo la realidad con un vídeo clip, son capaces de atajar el problema.

No sigo porque esto es deprimente.

El año 2025 ha sido, en general, una verdadera catástrofe. En mi caso, sólo se libran algunas cosas. Por ejemplo, me han leído miles y miles de personas; he tenido el privilegio de dar los buenos días con canciones, aforismos, poemas y fotografías a cientos de personas que, a su vez, envían los mensajes a sus contactos con el mismo fin; han llegado al mundo un buen número de bebés (aquí, en la familia, han sido tres); y seguimos aquí dando guerra (de la buena) intentando hacer del mundo un sitio mejor.

Vamos a ver qué pasa en 2026. De momento, vamos a recibirlo con alegría y esperanza. De momento, ¡Feliz Año Nuevo!

G. Ramírez

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