Alquiler y venta de pisos o cómo pisotear la dignidad humana
Vista aérea de Madrid. |
Que el mundo se está convirtiendo en un infierno es tan cierto como que los culpables de que esto ocurra somos todos y cada uno de nosotros. Sí, todos tenemos algo que ver con el problema. Unos hacen verdaderos esfuerzos por enriquecerse a costa de los demás; otros no dicen ni pío y se dejan llevar aunque la corriente lleve, irremediablemente, al caos, a la injusticia y al sin sentido (¿Dónde quedaron esas protestas de los jóvenes que llenaban las calles de gritos a favor de la libertad, del pensamiento libre o de la igualdad? ¿A qué han quedado reducidos los sindicatos que parecen no pintar nada de nada en la realidad?), y la mayoría vemos estupefactos y preocupados cómo se hunde un barco sin remedio, sin saber qué hacer.
Por ejemplo, se nos ha olvidado que la vivienda es un derecho fundamental del ser humano y no una mercancía, un derecho reconocido. En este sentido no hay debate posible.
He estado mirando algunas páginas
de internet dedicadas a mostrar catálogos amplios de pisos que se venden o
alquilan. Y me cuesta entender cómo es posible que hayamos llegado hasta aquí
sin que nadie haya podido hacer nada por evitarlo. Precios desproporcionados, ofertas
de cuchitriles infectos a precio de oro, anuncios casi ofensivos para el que está
buscando un lugar para vivir. Y todo esto me hace pensar que, independientemente
del disparate económico que representa, hemos dejado que la dignidad de las
personas sea pisoteada sin miramientos. ¿Quién pisotea esa dignidad de la
persona? Esto es lo más triste: nosotros mismos. Y conviene recordar que esa
dignidad es la medida del valor del ser humano.
La culpa de que alguien quiera
alquilar un espacio de 30 metros cuadrados por 1.000 euros es de ese alguien o
de alguna empresa que se dedica a maltratar a las personas. Si usted alquila o
vende un piso por un precio que resulta ofensivo es usted el responsable y solo
usted. Me pregunto si la caterva de desalmados que estafa a los jóvenes
españoles cada día se acuesta tan pichi y puede dormir a pierna suelta.
No nos respetamos a nosotros
mismos y no hacemos nada por remediarlo. Eso es todo.
Los que tenemos hijos estamos
preocupados por su futuro. Las dificultades para conseguir una vivienda digna
son enormes. Y la solución al problema es desconocida. Sin embargo, no le
decimos a ese que abusa al alquilar un apartamento que es un ladrón. Tal vez ha
llegado el momento.
Si los que alquilan sus pisos y
apartamentos decidieran ganar un poco menos, el problema se iría aliviando con
el tiempo. Pero no, aquí no se baja del burro nadie salvo en contadas ocasiones.
Es como si todos fuésemos ratones que corren sobre el interior de esas ruedas
que giran y giran sin llevar a ninguna parte, que giran sin que dejemos de ser
ratoncillos insignificantes en lugar de personas importantes que saben que aquí
se viene a cuidar de los demás y a morir.
No nos queremos enterar y jugamos
cada día de nuestra vida una partida de Monopoly que no sirve de nada salvo
para pisotear nuestra condición.
G. Ramírez
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