Regreso a casa y la alegría en el recuerdo

 

El regreso a casa puede ser tan odiado como deseado

Nunca antes había sentido algo parecido con la misma intensidad. Es difícil explicar cómo es posible que la pena por volver a casa después de disfrutar de unos días de vacaciones sólo se puede compensar con la pena que me hubiera producido tener que continuar unos días más en Asturias. Dejar de disfrutar de un paisaje fabuloso y un clima amable a más no poder es duro, es casi despiadado, pero ¿se puede seguir adelante faltando alguien alrededor?

Lo explico.

Durante unos días, mi hija Gimena ha tenido como invitadas en la casa en la que veraneamos a sus amigas del instituto (todas han terminado bien el curso y podrán estudiar lo que querían antes de acabar: Gimena, Derecho y ADE; Claudia, ADE; Andrea, Criminología; Alicia, Sicología y Criminología; Paula, Carrera Militar; más no se puede pedir a cinco jóvenes estudiantes). Por otra parte, mi hijo Guzmán (comienza tercero de Farmacia) ha invitado a Elena (también comienza tercero, pero de Ingeniería Biomédica). Junto con otro de mis hijos, Guillermo (este ya acabó de forma brillante su formación), mi esposa y yo, éramos diez. Ha sido abrumador tanto talento que sumado al deportivo (tres campeonas de España en los deportes que practican) y a la alegría que desprendían todos ellos daban una mano de brillantez a todo lo que sucedía. Pura luz.

Ha sido tan intenso, tan divertido, tan agradable, que al irse las chicas, más tarde Guillermo y por último Elena, la pena se ha instalado en cada esquina de la casa, en cada brizna de hierba, en cada gota del orbayu que humedece las mañanas en La Casina de Asturias. Gaia, nuestro Bulldog, ha pasado las últimas horas esperando a que regresasen las chicas, Guillermo y más tarde Elena. Creo que igual que nosotros.

Pena intensa por irnos. Pena intensa si tuviéramos que quedarnos.

Ya sé que no es gran cosa esto que cuento, que es algo muy personal. Pero no he podido resistir la tentación de escribir unas líneas intentando explicar algo que te ancla a la realidad, a la zona más preciosa de la vida que no es otra que esa en la que compartimos buenos momentos.

G. Ramírez

Comentarios

  1. Qué bonito, Gabi. Habrá más momentos, más encuentros y más vivencias. Y, tal vez, otro verano en Asturias todos juntos. Bienvenido.
    P.

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