La gripe aviar acecha y nosotros eligiendo el traje de baño


Supongo que no soy la única persona de este mundo que mira atónito lo que sucede alrededor, que no entiende gran cosa de lo que ocurre. Al menos, eso espero.

Miramos como las vacas miran al tren pasar, rumiando y con el cerebro en modo ‘pause’; asistimos, por ejemplo, al fin del mundo con una tranquilidad pasmosa, como si la cosa no fuese con nosotros. Que estamos dejando el planeta como un solar… no pasa nada; que los conflictos bélicos o el hambre se llevan a millones de personas por delante… no pasa nada.

La última novedad sobre salud pública que hemos conocido es muy preocupante y, curiosamente, nadie habla de ello. Y si digo nadie quiero decir nadie; al menos, el que escribe no ha comentado la noticia con nadie de este mundo. Nadie.

Veamos, ¿recuerdan eso que se conoce como gripe aviar? No hace tanto tiempo se generó una alarma en todo el planeta a causa de la aparición de un virus especialmente letal aunque aquello se quedó en nada. Murieron un puñado de personas y eso en este mundo es irrelevante. Pues bien, ahora, se ha descubierto que un subtipo del virus H5N1 (52 por ciento de letalidad en personas), denominado 2.3.4.4b (el mismo que emergió en 2021 en aves silvestres y que ha acabado con cientos de millones de aves en el planeta) está invadiendo granjas lecheras en los Estados Unidos de América a toda velocidad. El virus ha logrado pasar de vaca a vaca y ha logrado llegar a gatos y a un mapache. La Organización Mundial de la Salud dice que el riesgo para las personas es bajo (no dice que sea nulo, no, dice que existe aunque es bajo). Ese riesgo podría elevarse a la categoría de muy alto en un abrir y cerrar de ojos y llevarse a la mitad de la población mundial al otro barrio en poco tiempo, pero el tren pasa y nosotros miramos.

Los científicos que saben de estas cosas llevan diciendo años que, si no ponemos cuidado, una nueva pandemia puede estar a punto de hacerse realidad y dejar todo esto hecho unos zorros. Pero nosotros seguimos a lo nuestro.

Nuestra forma de interpretar la realidad roza el absurdo, la negligencia, la estupidez y la desidia. Hemos llegado a un extremo que incapacita al ser humano para seguir habitando un planeta que ya no da más de sí. Y si echamos un vistazo a la Historia podemos comprobar que todo son ciclos que se repiten cada cierto tiempo y que estamos a punto de comenzar uno que pondrá en serias dificultades que la vida pueda seguir adelante en la Tierra (al menos durante unas decenas de miles de año). Sin embargo, queremos creer lo que dice una política ignorante que cree ser la Juana de Arco actual o a un magnate más ignorante todavía que promete ser el nuevo mesías. Somos así.

De la pandemia provocada por la Covid 19 no salimos ni más fuertes, ni mejores; y vamos directos al corazón de otro desastre sin inmutarnos, sin saber dónde tenemos la mano derecha.

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