El universo que prometí estaba allí
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Autor desconocido |
He tenido la fortuna de hacer un buen número de cosas durante mi vida; y muy pocas me han parecido tediosas o ridículas o inecesarias o despreciables. Al contrario, me siento afortunado porque he logrado hacer casi todo lo que he deseado en algún momento y en situación de privilegio durante el tiempo que he dedicado a unas cosas u otras.
Si tuviera que elegir las dos cosas que más me han gustado hacer, diría que ser profesor y escribir. Si algo aprecio es el esfuerzo que he realizado durante tantos años con mis alumnos. Quise transmitir el conocimiento desde la pasión, desde una constante provocación, desde la emoción que supone hacer crecer a otros sabiendo que tú también lo haces. Porque un profesor que no tiene claro que al aula se va a enseñar y a aprender al mismo tiempo pierde el tiempo. Si algo aprecio es ese constante estríptís que he realizado sin filtros y que tantas alegrías me ha dado en la vida y que, al mismo tiempo, tanto me ha robado.
Si volviera a nacer no dudaría en dedicar buena parte de que lo fuera a ser a la enseñanza y a la escritura.
Acabo de ver una película que tenía siempre como candidata, pero a la que nunca concedía el turno. 'El maestro que prometió el mar' de Patricia Font, una película que presenta ciertos desequilibrios narrativos en las alternancias de los tiempos (lo que se cuenta de lo sucedido en el pasado es extraordinario y el presente resulta anodino y neutro), que tiene un personaje excesivamente opaco cuando se necesitaría mucha más luz (el interpretado por Laia Costa), y que se ancla a una narrativa convencional en exceso cuando las posibilidades eran muchas y todas mejores). Pero una película que, a cambio, nos deja una interpretación de Enric Auquer espléndida, una puesta en escena evocadora y cuidada y un guión que tiene fases muy emotivas.
La historia que cuenta Patricia Font es la de un maestro de escuela, Antoni Benaiges (encarnado por Enric Auquer), que llega a un pueblo de Castilla poco antes de que estallase la Guerra Civil. Era un maestro innovador, un maestro que creía en la creatividad y en la libertad como forma de aprendizaje, un maesgtro defensor del laicismo en las escuelas, y un maestro que dejó huella entre sus alumnos para siempre. Y cuenta la historia de una España oscura, paleta; la historia de una Iglesia vengativa y opresora; la historia de la brutalidad de los que agarraron un arma en nombre de no sé que patriotismo. Pero, sobre todo, la película habla de la importancia de la enseñanza y la escritura, de cómo un ser humano puede ser más libre si es más culto.
Me ha gustado mucho la película a pesar de esos problemas que señalaba. Y me ha recordado que las aulas son los templos más importantes del saber para cualquiera de nosotros. Sin aulas estaríamos condenados a ser esclavos de nuestro propio vacío.
Personalmente, nunca prometí ver el mar (son tiempos muy distintos); lo que sí prometí muchas veces es un espacio de ficción en el que se pudieran corregir las fallas de la realidad; y eso creo que no fue una promesa estéril. Por ello, me siento muy orgulloso de poder decir que he sido un buen maestro para un puñado de personas. Así lo siento.
G. Ramírez
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