Santiago Abascal, sus seguidores y Dios



Ser católico es muy, muy, difícil; requiere un compromiso inmenso y una capacidad que sólo la fe puede aportar. Y ser cristiano (a secas) es más difícil todavía. Ambas cosas son tan sumamente complejas como lo es ser budista o musulmán. Pero esto algunos no lo saben, ni lo sabrán en su vida.
Algunos políticos quieren parecer grandes cristianos, excelentes católicos. Y quieren parecerlo a base de dibujar rayas en los mapas, de deportar a inmigrantes (se afanan en gritar que no va a quedar ni uno aquí en la tierra que van a reconquistar), de señalar a las personas por su color de piel, su cultura y sus orígenes. Algunos políticos (y todos sus seguidores) desconocen que Dios no entiende de papeles ni de fronteras y que los obispos de todo el mundo ya lo dejaron bastante claro en el Concilio Vaticano II.
Santiago Abascal carga contra parte del episcopado, dice que no aceptará nunca califatos en tierra cristiana y bobadas por el estilo. Por supuesto, muchos de sus seguidores (que también dicen ser cristianos) se tragan estas cosas sin rechistar y, lo peor, sin saber que si hay algo poco cristiano y poco católico son las reconquistas esas a las que se refiere Abascal, las deportaciones y el odio que despiertan desde los atriles esos cristianos de pacotilla que no saben ni lo que dicen.
A ver si nos enteramos de una vez: ser cristiano supone asumir un mandamiento que Cristo dejó dicho, ‘amarás al prójimo como a ti mismo’. En esa frase se resume el cristianismo en su totalidad. Lo de echar al mar a la gente, lo de señalar a otros por tener ideas distintas y lo que poder visualizar que algún día el pueblo querrá ver colgado por los pies al presidente del Gobierno (aunque el Tribunal Supremo diga que eso es libertad de expresión), no es cristiano ni de lejos. Es puro odio.
Por seguir dando pistas a los indigentes culturales que tanto lo necesitan, sigo haciendo mención a documentos del Concilio Vaticano II. Nunca me agradecerán lo suficiente lo que estoy haciendo parta evitar que hagan el ridículo día sí y día también.
En la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, en su Capítulo II llamado 'El Pueblo de Dios', podemos leer esto: 'quienes todavía no recibieron el Evangelio, se ordenan al Pueblo de Dios de diversas maneras. En primer lugar, aquel pueblo que recibió los testamentos y las promesas y del que Cristo nació según la carne (cf. Rm 9,4-5). Por causa de los padres es un pueblo amadísimo en razón de la elección, pues Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación (cf. Rm 11, 28-29). Pero el designio de salvación abarca también a los que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes, que, confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el día postrero. Ni el mismo Dios está lejos de otros que buscan en sombras e imágenes al Dios desconocido, puesto que todos reciben de Él la vida, la inspiración y todas las cosas (cf. Hch 17,25-28), y el Salvador quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm 2,4). Pues quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. Y la divina Providencia tampoco niega los auxilios necesarios para la salvación a quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios. Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan la vida'.
Sobran las explicaciones, creo.
Supongo que les alivia creer que son cristianos a todos estos que quieren a los que no son como ellos en un gueto, incluso que les gusta presumir de serlo. Pero no lo son, les queda mucho camino por recorrer. Y ese Dios en el que creen les pedirá cuentas llegado el momento, según la religión que dicen practicar. A ver si el discurso que manejan en este mundo tienen coraje para manejarlo ante la deidad. Ya avanzo que no porque, además, son muy cobardes.
G. Ramírez

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