¿Por que son tan fachas los jóvenes?

© Gottfried Helnwein / Self-portrait with Smiling-Aid

Las encuestas son unánimes al aportar datos sobre la intención de voto de los jóvenes (especialmente de los varones de entre 18 y 25 años); la juventud española en general y esos chicos de 18 a 25 años se decanta, cada día más, por el voto a la extrema derecha. Nos podemos llevar las manos a la cabeza, podemos levantar la ceja patra mostrar un gesto de incomprensión, lo que quieran, pero esa es la realidad y obedece a algunas cosas que tenemos enfrente de las narices y no queremos asumir.

Es evidente que las redes sociales tienen mucho que ver con lo que está pasando. Y es que Vox ha sabido desde el principio manejar una herramienta que potencia los mensajes de forma brutal y contundente. En un mitin cualquiera hablas para unos miles de personas; en redes sociales (si el número de seguidores de una cuenta determinada es importante) podemos llegar a millones de personas. El altavoz es el más grande y potente que se ha conocido en toda la historia de la Humanidad. Si a esto le añadimos que los mensajes son sencillos, que las imágenes suelen ser despampanantes por su violencia, por su espectacularidad o, también, por su simpleza, empezamos a tener un coctel casi perfecto. La perfección llega si a ese mensaje político y social (los Menas son un ejército camuflado, los inmigrantes viven por la cara, los negros nos quitan el trabajo, las Ong’s son mafias, y nadie te contará nada de esto salvo nosotros) se le suman mensajes de carácter conspiranoide. Nada le gusta más a alguien que se instruye en las redes sociales que la información sobre el terraplanismo o sobre cómo nos rocían con gases idiotizantes desde los aviones de las líneas aéreas comerciales. Las redes sociales igualan a unos y a otros aunque ese rasero es el de la mediocridad. Por supuesto no lo dicen lo que afirman es justo lo contrario: los que piensan, y leen, y acuden a conciertos o al cine, son una élite ridícula que no tiene razón y que no podrán denigrar a un grupo tan homogéneo como nosotros; los demás son unos canallas que quieren acabar con España y lo español (este mensaje cala muy hondo entre los jóvenes que no saben que viven en uno de los mejores países del mundo y que esos a los que atienden lo podrían convertir en uno lugar gris y peligroso).

Pero si las redes sociales son una máquina de crear votantes con un criterio discutible y siempre a punto de derrumbarse, los políticos son la gasolina que hace mover el motor.

Yolanda Díaz, por equivocación involuntaria, ha dicho que quedan ‘años de Gobierno de corrupción’. Lógicamente, quería decir Gobierno de coalición. Y lo dijo durante una sesión de control en el Senado que fue catastrófico y vergonzoso. Los políticos del PP (tampoco se quedan atrás los del PSOE) creen que haciendo chascarrillos, chistes, aspavientos, bailando o aplaudiendo como si estuvieran en el Bernabéu, atraen a esos votantes que se les escapan hacia Vox. Y no, no es así. La incapacidad para dialogar sobre ni un solo tema (insisto en que los del PSOE están a la misma altura), el ridículo constante que hacen comportándose como hooligans, hace que la polarización sea extrema y eso fue lo que pasó, una vez más, en el Seando. Por eso llevan corriendo detrás de Vox desde hace meses intentando que la fuga de votantes cese. No son capaces, claro. Los jóvenes pueden parecer muy idiotas, pero no lo son. Hoy, se conforman con el mensaje político ramplón de Vox (ven el futuro gris y Vox les dice que ellos tienen rayos de esperanza para dar y tomar) aunque mañana ese mensaje se volverá en contra de la formación de ultraderecha. Los jóvenes pueden parecer unos mostrencos aunque no lo son. Si bien es cierto que nunca la juventud española estuvo tan pegada a la violencia (no hay más que ver los vídeos que cuelgan en redes sociales), que nunca parecieron tan vacíos, la cosa no es tan oscura como para no poder tener esperanza y pensar que son ellos los llamados a salvar el mundo.

Mientras la clase política sea tan decepcionante, tan mediocre y tan grosera, la cosa no cambiará. Si no comienzan a sentarse a dialogar, lo tienen muy crudo. ¿Cómo puede ser que el proyecto político de Feijóo sea echar a Sánchez? ¿Qué pasa con los problemas de los españoles? ¿Qué pasa con el futuro de los jóvenes?

Bastantes chicos de entre 18 y 25 son muy fachas porque no tienen más remedio, porque lo que ven en casa es una calamidad, porque si ellos andan justitos de conocimiento en casa se encuentran con un desierto monumental, porque los únicos que les dicen cosas comprensibles e interesantes son unos políticos que han aprendido rápido de, porque ejemplo, cómo funciona la Iglesia católica (dos mil y pico años en el mercado y seguir como si tal cosa tiene mérito). Los chicos de entre 18 y 25 años son fachas porque les hemos obligado un poco a serlo. Y en Vox se frotan las manos pensando en lo torpes que son los otros.

G. Ramírez