Carolina ‘Chía’ Alfaro: Muy lejos de casa
Las mujeres deportistas sudamericanas, africanas y de buena
parte de Asia, suelen buscar acomodo en países como España. En el caso de las
que nacieron en Sudamérica, el rugby europeo es un refugio más aunque las posibilidades
son escasas para ellas.
Carolina ‘Chía’ Alfaro nació en Antofagasta (Chile) el año
1990. Mide 1,70 de estatura y pesa74 kilos. Se formó como jugadora en el club
Panteras de La Serena. Ha jugado en el Old Markhamians de Perú, en el Stade
Francais de Santiago de Chile, en las Cóndores damas, en el Sanse Scrum de San
Sebastián de los Reyes (Madrid) y, ahora, en el Corteva Cocos. Puede jugar de
centro o de zaguera y es especialista tirando a palos.
Carolina ‘Chía’ Alfaro es una de esas jugadoras que un
entrenador quiere tener siempre al lado porque enfrente puede ser decisiva.
Rápida, explosiva, fuerte y con patada casi quirúrgica, aporta al grupo mucho y
todo bueno. Dejó su país para jugar al rugby y vive, ahora, en Sevilla, muy
lejos de casa.
Carolina ‘Chía’ habla con temple y con un tono que no
corresponde con un cuerpo robusto, con un aspecto tan fiero en el campo de
juego. Ella habla con dulzura y tranquilidad.
‘Las diferencias entre la situación que viven las mujeres
deportistas en Sudamérica y la que viven las que practican deportes de contacto
en España es enorme. Allí, el deporte de contacto es “cosa de hombres”. Está
mal visto que una mujer juegue al rugby o juegue al fútbol. Tal vez el fútbol
esté un pequeño escalón por arriba en este sentido, pero, en general, allí las
mujeres sienten temor si se plantean jugar rugby porque van a ser juzgadas.
Falta mucho desarrollo en ese sentido’.
¿Tengo que pensar que la mujer española, por ejemplo, al margen del deporte, disfruta de un mejor trato social que la chilena? ¿O lo que sucede en el deporte no sucede en el día a día de todas las chilenas?
‘En Europa, y concretamente en España, se intenta cuidar a
la mujer, se pone en valor lo que es. Todo lo que está ocurriendo en Sudamérica
es como si fuera con algo de retraso. Existen movimientos feministas, existen
posibilidades nuevas para la mujer, pero todo es mucho más lento; lo que está
pasando allí ya ocurrió aquí hace diez o doce años. Queda mucho por avanzar. En
cualquier caso, aunque aquí en España todo va mejor, no existe una situación
igualitaria del todo y también queda camino por hacer. El rugby femenino sigue
siendo una sorpresa para muchos’.
¿España es un buen sitio para vivir y para jugar al rugby?
‘Sin duda. Estoy muy cómoda en España y nunca he sentido
presión alguna por ser jugadora de rugby’.
Efectivamente, en España creemos que todo está hecho y que
casi se está exagerando con la situación de la mujer aunque no es así. Aún
queda camino, mucho. Charlamos sobre la incorporación de mujeres transexuales
en equipos femeninos. No le parece mal que las mujeres transexuales puedan
jugar al rugby. Primero porque son muy, muy pocas. Por otra parte, el rugby es
un deporte colectivo y si existiera una mínima ventaja se diluiría. Y, además,
cree que cada casa debería valorarse de forma individual. ‘No hay miedo. Que
nadie olvide que existen jugadoras que se pueden llegar a muscular de forma
similar a un hombre. Eso es así y nadie discute que puedan jugar como una más.
El rugby es precisamente eso, la aceptación de todo tipo de jugadoras sin
excepción’. Cuando hablo con las mujeres que juegan rugby y les escucho decir
esto pienso que los hombres vemos problemas que ellas no se plantean. Cosa de
hombres.
Hablamos del rugby, de lo que representa.
‘La diferencia entre el rugby y otros deportes es que en el
rugby siempre se ha cuidado de los valores que se manejan en el campo y se ha
sabido trasladarlos fuera de las canchas. Los valores del rugby funcionan tanto
dentro como fuera; el jugador de rugby lo es tanto fuera como dentro del campo.
Eso es lo que convierte este deporte en algo único. Ser jugadora de rugby te
obliga y te permite ver las cosas de forma distinta. El compañerismo o el juego
limpio o el sacrificio, lo trasladas a tu vida entera. Además, aprendes que
tener unos quilos de más o unos centímetros de menos puede llegar a ser una
ventaja y algo por lo que puedes sentirte importante. En ese sentido el rugby
es maravilloso. Cuando llegué al rugby me llevé un buen porrazo y sentí que
algunas cosas cambiaban para siempre. Y todas a mejor. Lo bonito es que todo el
que quiera jugar al rugby puede hacerlo’.
¿Se puede vivir del rugby?
‘Enfocar la vida pensando en que el rugby te va a solucionar
las cosas es un error. Las jugadoras de club, aquí en España, no reciben
mensualidades, se pagan su ficha, no pueden vivir de ello. Mi caso y el de las
jugadoras a las que nos fichan de forma expresa, tenemos alguna facilidad más
aunque muy escasa. Lo que recibo me da para entrenar, comer y poder estar al
máximo nivel. La gran vida no me podría dar ni en sueños. Creo yo que muy pocas
jugadoras pueden vivir del rugby exclusivamente’.
¿Qué le dirías a una niña que quiere jugar al rugby?
‘A una niña y a cualquier chica le diría que no se equivoca
si elige el rugby como deporte. Al principio, sentirá diferencias y tendrá que
adaptarse un poco, pero puede confiar en este deporte y en las personas que lo
practican. Seguramente, será la mejor etapa de su vida. Pero que no deje de
estudiar porque de esto no va a vivir casi seguro’.
Nos vamos despidiendo porque el tiempo no da más de sí. Pero
antes Carolina dice algo que puede servir de resumen a toda nuestra charla:
‘Soy una persona mucho más segura desde que practico rugby. En todos los
aspectos’. Bendito rugby.
G. Ramírez
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