Alfonso de la Cruz: Los recursos finitos y la escasez de jugadoras

 


Alfonso de la Cruz es el Director Deportivo de la Federación de Rugby de Madrid. Además, es el entrenador del equipo femenino senior del Stade Français de Paris (categoría Elite 1 que es similar a la DHA española). Hace años centra buena parte de sus esfuerzos en potenciar el rugby femenino y en descubrir nuevas jugadoras.

Hablar con Alfonso de la Cruz es siempre agradable. La conversación invita a la reflexión y los tonos colocan las cosas en lugares amables, tranquilos y precisos. Él en París; el que escribe en Madrid aunque la técnica y la pasión por el rugby nos acercan mágicamente.

La Federación de Rugby de Madrid, de la que Alfonso es Director Deportivo, ha sido pionera en la implantación de un centro de alto rendimiento destinado a que las jugadoras puedan desarrollar y ampliar todo su potencial. Junto con la Federación Española y World Rugby, han logrado iniciar un programa espléndido que ha dado ya sus primeros frutos: las selecciones autonómicas en las que han participado las jugadoras integradas en ese CAR han logrado ser campeonas de España con solvencia, algunas de ellas forman parte de la selección nacional de su categoría y todas han despuntado en sus clubes de forma sobresaliente.

‘Poner en marcha el CAR ha sido un paso adelante en la creación de estructuras y en la dotación de herramientas a los deportistas de alto rendimiento para que se desarrollen al máximo que le permitan sus posibilidades. Las estructuras de los clubes (por supuesto hay excepciones) no están preparadas para aportar al deportista condiciones que le permitan el alto rendimiento. Tampoco hay demasiados entrenadores especialistas, ni preparadores físicos, ni instalaciones... Es la diferencia del rugby con otros deportes. Y si queremos tener jugadoras de alto rendimiento, jugadoras que puedan competir a nivel internacional con garantías, hay que dar pasos adelante como el que se dio la temporada pasada en Madrid. Por cierto, es muy importante hacer una diferencia entre el rugby femenino senior y el de menores de 18 años. ¿Por qué? El centro de alto rendimiento del que estamos hablando está diseñado para jugadoras sub18 (este año se amplía un año la permanencia de las jugadoras, pero hasta ahora era para las sub18); y es que los clubes no suelen estar en condiciones de ofrecer respaldo que proporcione el alto rendimiento en las categorías inferiores. Sin embargo, si lo ofrecen a las jugadoras de más de 18 años. Mira, por ejemplo, el Liceo Francés de Madrid no tiene instalaciones propias y eso les impide aportar lo necesario a este tipo de jugadoras. Por otra parte, en Majadahonda ocurre que las jugadoras senior (por las que ese club ha realizado una apuesta decidida y muy clara) disponen de gimnasio, de programas de tecnificación, pueden acudir a realizar entrenamientos individuales... Los recursos son finitos y hay que repartirlos entre los jugadores y jugadoras de todas las categorías y eso en algunos clubes, por no decir en la mayoría, resulta ser un lastre que impide hacer muchas de las cosas que serían imprescindibles para que el futuro fuera algo mejor’.

Alfonso de la Cruz (segundo izq.) junto a sus jugadores y al resto del staff tras conseguir ganar el Campeonato de España CESA

Los recursos son finitos y las jugadoras más bien pocas ¿no?

‘Tenemos un problema y debemos solucionarlo; para ello no podemos meter en el mismo saco a todos los deportes. Si queremos comparar el rugby con el fútbol o el baloncesto estaremos condenados a realizar un diagnóstico de los problemas erróneo y las soluciones no serán las adecuadas. Las infraestructuras, las proyecciones, el crecimiento de los distintos deportes obliga a mirar a cada uno de ellos de forma distinta. Aunque el desarrollo deportivo español esté en cotas aceptables, no se puede olvidar que hay deportes que suben la media y otros la bajan. Desgraciadamente, el rugby es de los deportes que empeoran esa media del desarrollo. Y como los recursos son finitos lo que debemos hacer es concentrarlos. No hay jugadoras suficientes para que cada club tenga su propio equipo. Es una desgracia aunque es así. Y, a veces, tampoco es fácil encontrar entrenadores e incluso jugadores para los equipos masculinos. La concentración de recursos económicos, materiales y humanos es algo que se debe explorar sin duda alguna’.

Hablar de las diferencias entre hombres y mujeres es algo que, actualmente, te puede generar problemas. Pero le pregunto por ello a Alfonso y le pido que se exprese con comodidad, con sinceridad, sin sentirse un intruso (nos ocurre a los dos si hablamos del rugby femenino cuando, en realidad, amamos ese deporte y nos interesa el trabajo de las mujeres más que cualquier otra cosa).

Alfonso de la Cruz en su época de jugador

‘La aproximación al rugby es diferente entre jugadores y jugadoras porque diferente ha sido la evolución del rugby femenino y del masculino. A medida que el rugby femenino a nivel internacional va alcanzando la velocidad del masculino, la aproximación de las jugadoras a este deporte va evolucionando. Por ejemplo, hace diez años era impensable que una jugadora de dieciséis años se incorporara en la academia de un club francés para residir en Francia y estudiar allí; probablemente, ni siquiera ese club tendría academia en esos momentos. Sin embargo, ya sí ocurren esas cosas. Pero es que, hace pocos años, ni siquiera existía una liga internacional de selecciones, no recuerdo bien pero creo que ni siquiera se jugaban mundiales de rugby femenino. Ahora la cosa ha cambiado y la percepción de la jugadora es otra, el horizonte se ha igualado con el de los chicos. No creo que existan diferencias en cuanto a género y sí en cuanto al nivel de desarrollo del rugby masculino y femenino’.

Levanto la ceja y le pregunto por los entrenamientos, por ese día a día de la jugadora.

‘Si ya hablamos de la forma de enfrentarse al entrenamiento de un chico o de una chica en rugby, yo diría que, en general, las diferencias responden a cuestiones de personalidad y algunas (muy pocas) a lo que tiene que ver con el género en sí. En general, entrenar a un equipo obliga a tratar a los jugadores o a las jugadoras de forma distinta. Un jugador, tal vez, asimila mejor el rigor táctico si le das un poco de tiempo; otro prefiere que le corrijas en privado; otro aprende más si ve un vídeo tras el entrenamiento. Es decir, las personalidades de los jugadores convierten a cada uno en algo especial. Y eso sirve para chicos y chicas. Otra cosa son, por ejemplo, los diferentes ciclos hormonales que, por cuestiones fisiológicas, vive una jugadora a lo largo de un mes y que condicionan definitivamente su actitud en el entrenamiento o durante un partido. Personalmente, esto no me ha obligado a cambiar el trato con las jugadoras aunque sé que eso puede pasar y es necesario prestar cierta atención para entender lo que está pasando con cada una de ellas. No hay mayor problema. Por otra parte, desde un punto de vista sicológico, como ya se sabe, las mujeres y los hombres tienen el cerebro estructurados de formas diversas; los hombres tenemos ese cerebro estructurado como una especie de conjunto de cajas que funcionan como compartimentos estancos (caja de la familia, caja del entrenamiento, caja de las tareas del hogar, caja del trabajo...), si estás en el trabajo se abre la caja del trabajo, si estás jugando al rugby se abre la del entrenamiento o la competición y así en cada caso, y el resto permanecen cerradas; mientras en el caso de las mujeres, el cerebro se estructura como si fuera un ovillo, todo se entrelaza. Si la jugadora está en la universidad, quiere saber si tendrá tiempo para estudiar o para ver al novio, y si está estudiando necesita saber cómo se resolverá el problema con las amigas con las que ha dejado de hablarse. Todo está entrelazado. Y, claro, eso supone un desafío para que focalicen la atención en, por ejemplo, lo que quieres hacer en un entrenamiento determinado. Mi experiencia me dice que los chicos se concentran más rápidamente y las chicas son algo más dispersas. Y este año estoy descubriendo que los chicos son más impulsivos que ellas porque las chicas son muy reflexivas. Con las chicas hay que tener claro que se debe explicar todo, que necesitan interiorizar el conjunto. Los chicos son más de recibir una orden y hacer lo que se pide. Esto provoca que las chicas aprendan más rápido que los chicos. Hay de todo, claro, pero en general es así. Todo esto no ha provocado que trate de forma distinta a jugadores y jugadoras, pero sí me obliga a plantear cada sesión teniendo en cuenta matices’.

¿Estamos viviendo la edad de oro del rugby femenino?

Es verdad que la cantidad de oportunidades de las que disponen las jugadoras actuales son muchas y especialmente atractivas o potentes. Nunca antes se había vivido algo así. Pero la edad de oro está por llegar. Ten en cuenta que si esto es la edad de oro ya no podemos esperar más y eso no puede ser. El camino es muy largo y queda mucho por recorrer. El potencial y el margen de mejora del rugby femenino en España y fuera de España es enorme y debemos trabajar duro para conseguir objetivos que antes, efectivamente, parecían ciencia ficción, pero que, ahora, están al alcance de los dedos y hay que trabajar para que todo se haga realidad’.

Nos despedimos sabiendo que no tardaremos mucho en encontrarnos en algún campo de juego o para tomar un café y seguir con nuestra charla interminable.

Comentarios

Form for Contact Page (Do not remove)