Mariola y Maren: Rugby y biberones

Mariola Rus con su hija Inés.

El ser humano lleva grabado en su ADN hasta la última de las lágrimas que derramaron los que habitaron las cavernas, hasta la mejor de las sonrisas de nuestros abuelos. Somos lo que somos porque ya fueron otros y eso ha quedado grabado en la propia vida de todos. Pues bien, todo eso es lo que pasamos los padres y madres a nuestros hijos e hijas. Y es nuestro gran legado: somos en otros.

El rugby es uno de los deportes más bonitos que jamás se hayan practicado en el planeta Tierra. Concentra todo lo mejor que puede demostrar ser una persona si intenta conseguir un objetivo junto a otros, todo eso que llevamos en el ADN y que nos convierte en seres participativos que saben que han llegado al mundo con la misión de cuidarse mutuamente.

Mariola Rus es la madre. Maren Ríos Rus es su hija. Ambas llevan un balón oval tatuado en el genoma. Viven con pasión este deporte; viven con alegría la suerte de pertenecer a una enorme familia que forman todas las jugadoras de Sevilla, Andalucía y España.

Mariola Rus.

Mariola Rus es una mujer simpática, vital, completamente encantadora. Fundó y presidió uno de los clubes de rugby más icónicos de España: las Cocos de Sevilla, un equipo que ya es referente a nivel nacional debido a los excelentes resultados que vienen sumando los últimos años. Jugó al baloncesto antes de conocer el rugby. De la enorme competitividad que se vivía en el equipo de baloncesto pasó a jugar en un equipo de rugby en el que ‘todas eran importantes, todas bienvenidas y todas felices’. Empezó a estudiar en el INEF de Madrid y allí propuso a otras chicas formar un equipo de rugby. ‘Nos juntamos jugadoras de baloncesto, de balonmano y de algún deporte más, y el novio de una de las chicas (que era jugador de rugby, Arturo) nos entrenó. Ese fue el primer equipo del INEF. Más tarde, pasamos a Getafe y ya nos federamos’. Mariola Rus fue pionera como jugadora de la selección nacional de rugby; con ella, y un pequeño grupo de jugadoras, arrancó la liga española que, previamente, no existía. En el año 1989 comenzaron a jugar los tres equipos que existían. Un puñado de jugadoras en Madrid y otro más pequeño en Cataluña. En 1991 llega el mundial de Cardiff. ‘Ni había presupuesto en la federación para nosotras, ni existía la selección nacional, sólo las selecciones madrileña y catalana. Jugamos un primer amistoso contra Nueva Zelanda y empatamos. Imagina aquel momento. Logramos quedar quintas del mundo con lo puesto. Fue la gran sorpresa de aquel mundial. Posteriormente, en 1993 fuimos campeonas de Europa; y ese campeonato era de los de verdad porque jugaban Inglaterra, Francia...’. Regresó a Sevilla para quedarse a vivir. ‘Y aquí me encontré con la nada, no había nada de nada. Ni una ficha femenina en la federación andaluza. Me tocó arrancar desde cero. Poco a poco, la federación andaluza nos fue apoyando y fuimos creando una especie de liga en la que se pactaban las condiciones para que pudiéramos jugar todas. En fin, un camino largo aunque he de decir que no fue tan duro como alguien pudiera pensar; ten en cuenta que la idiosincrasia de la mujer andaluza en el pasado siempre fue algo distinto que en el resto de España y aunque el rugby era una rareza no nos encontramos con más dificultades de las normales en esos casos’.


Me interesa mucho saber qué necesita una mujer para poder comenzar a practicar rugby. Mariola contesta sin dudar ni un instante. Lo tiene muy claro.

‘Confianza en ella misma. Nosotras, cuando empezamos, no teníamos referentes, ellas sí los tienen ahora y deben fijarse en las jugadoras importantes para lograr conseguir sus metas. Además es necesario un buen entorno y un apoyo familiar adecuado. Lo peor que le puede pasar a una chica que quiere jugar al rugby es que en casa le digan que el rugby es cosa de chicos y que es un deporte muy bestia para ella. Si una chica llega a casa con un golpe no se le debe decir “ves, te has lesionado, esto es muy duro, déjalo”; al contrario. Y, lo más importante, querer disfrutar con el rugby. Los equipos de rugby se convierten en tu familia. Y eso siempre engancha mucho’.

Vamos charlando sobre todo aquello que se nos ocurre sin que el tiempo parezca que esté pasando con rapidez. Comparto con Mariola una experiencia que me emocionó ya hace unos años. El primer día que acompañé a mi hija Gimena al entrenamiento con su equipo de rugby, me emocionó mucho escuchar a un crío, que también era nuevo, decir a su madre: ‘mamá, no me han llamado gordo, me lo he pasado genial’. Me gusta pensar que una joven con unos kilos de más, en cualquier equipo de rugby, es la pilier, pero nunca la gorda dicho con tono despectivo. ¿Cabe cualquier tipo de cuerpo en el rugby?

‘Claro que sí. Si algo tiene el rugby es que es inclusivo cien por cien. Cualquier persona es válida. Necesitamos gente bajita, grande, pesada, rápida, explosiva, musculosa... Una jugadora que es compañera de equipo de mi hija me decía ayer que es la primera vez que se siente importante para hacer algo. Ella ha sufrido mucho rechazo en el colegio por ser bajita y tener unos kilos de más. Pero ahora es una más y se siente parte del equipo, y necesaria. Y es que su cuerpo nos hace falta en primera línea. Así es el rugby. Los problemas de autoestima de los jugadores de rugby se diluyen bastante’.

Se habla mucho de los valores del rugby. ¿Cuáles son los más valiosos?

‘Respeto. El jugador de rugby se debe respetar a sí mismo cuidando de su cuerpo y de su mente. Respeto a los compañeros. Al contrario. A los árbitros, a las reglas de juego, al entrenador.

Compañerismo. El trabajo en equipo es esencial. Y ese es un valor que el jugador de rugby arrastra el resto de su vida. En las empresas son muy cotizados porque comprenden perfectamente lo que significa trabajar hombro con hombro’.

Mariola y Maren.

¿Ser jugadora de rugby ayuda a encarar toda la vida?

‘Yo creo que sí. Te hace ser más fuerte ante las adversidades, permite tener una enorme confianza en ti misma. Siento que soy una mujer valiente gracias a todo lo que he podido conseguir en el rugby como jugadora, entrenadora o directiva. Tuve que demostrar que podía jugar al rugby y eso te permite ver las cosas desde otro lugar más seguro, más tranquilo. Y siento que soy más integra, mejor persona, más solidaria gracias al rugby’.

¿Existen grandes diferencias entre el rugby femenino y el masculino?

‘Es todo lo mismo. Lo cuerpos son diferentes y las capacidades físicas también. Es un asunto biológico. Pero el deporte es el mismo para hombres y mujeres. Es cierto que nosotras intentamos encontrar salidas más a través de la técnica, por ejemplo. Tenemos objetivos distintos, pero el deporte es igual. Sí es verdad que las chicas son más meticulosas y quieren estar más informadas sobre lo que tienen que hacer. No paran de preguntar por qué. Pero no hay más diferencias. Es igual de bonito para todos’.

¿Se ve bonito el futuro del rugby femenino español?

‘No tenemos techo. Nuestro futuro es estar en la élite. Todos los equipos de España tienen niñas jugando desde muy pequeñitas y eso hace pensar que el futuro será brillante’.

Maren Ríos Ros

Maren es una joven jugadora de quince años. Su madre dice que le recuerda mucho a cómo pisaba el campo ella misma. Si juega en equipo mixto lo hace en segunda línea; si son solo chicas juega de ocho. Una chica dura. Espigada, fuerte, simpática, divertida y muy guapa. Se considera rápida para ser delantera y explosiva. Llega de la playa y podemos charlar unos minutos.

‘Empecé con diez años o así. Y he seguido porque me gusta mucho, mucho, mucho, y me lo paso muy bien. Además, disfruto tanto dentro del campo como fuera de él. Lo que más me gusta son los amigos que haces, son como una familia. Y se conoce a mucha gente de Sevilla, del resto de Andalucía y de toda España. Se disfruta mucho con la selección en el campeonato de España. Es que todo el rugby es bonito’.

‘Maren Campeona’ es como tiene la madre anotado el número de teléfono de su hija en el móvil. Le pregunto si sabe cómo aparece en el móvil de su madre al llamar. Se ríe y dice que no tiene ni idea.

¿Vas a ser una campeona de las grandes?

‘Me gusta jugar sobre todo, pero si se gana es todo mucho mejor. Es la recompensa al esfuerzo. No me importa demasiado ser campeona, lo que sí quiero es ser la mejor si es posible, lo que sí quiero es jugar con las Cocos en División de Honor. Y por eso me gusta jugar con chicos, me encanta jugar con los chicos porque es muy divertido y se aprende mucho. Son más fuertes que tú, más grandes que tú y aprendes o aprendes; no te queda otra si quieres poder jugar con ellos.’.

¿Son duros con las chicas en el campo de juego?

‘Cobro de lo lindo porque me gusta meterme en todos los fregaos’.

Mariola y Maren; madre e hija.

¿Tu vida es rugby?

‘Todo lo que aprendo en el rugby lo puedo aplicar y me sirve en mi día a día. Por ejemplo, la disciplina se puede aplicar muy bien en el estudio y es útil. Si vas a entrenar dos o tres horas significa que puedes estudiar menos tiempo y te obligas a usar métodos para que te cunda más el estudio. Y como el estudio va por delante de todo lo demás no tienes más remedio que ser disciplinado como lo eres en el campo al jugar’.

¿Me hablas de los valores del rugby?

‘El compañerismo es lo más importante. Si no hay compañerismo no hay equipo y, por muy buenos que sean los jugadores, un equipo no puede funcionar. Hay equipos con jugadores de menos calidad y que funcionan de maravilla porque juegan como equipo. Y el esfuerzo es tan importante como el compañerismo. Un jugador que no se esfuerza está fallando al resto y eso es fatal. No se trata de ser mejor o peor jugador, el secreto es querer jugar y disfrutar en el campo con tus amigos’.

Madres e hijas con un balón oval en la mano. Viviendo el rugby, disfrutando el rugby. Siendo lo que son y lo que dejarán para que otros sean mejores.

Y el que escribe cerrando una entrevista agradable, intensa y, sobre todo, llena de ilusiones pasadas, presentes y futuras.

G. Ramírez




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