Tinder y el amor inmediato
¿Es lo mismo ligar a través de Tinder que hacerlo en un bar de copas? ¿Se pierde el toque romántico si en lugar de una mirada cruzada ligamos mirando una foto (falsa y de hace una temporadita)? ¿Son las parejas que se construyen desde Tinder de segunda clase y comparadas con las que surgen de una fiesta en la playa parecen cosas chuchurrías?
Los que no han utilizado Tinder para ligar dicen que a ellos les gusta más hablar con las personas, tomar algo y poder mirar a los
ojos al aspirante. Y lo dicen como si los que se conocen gracias a Tinder no se
vieran jamás, como si su relación fuese virtual por siempre jamás. Por lo que me dicen, esas
relaciones vía Tinder tienen, sobre todo, contacto directo e intenso. El toque romántico que
se pierde con Tinder no sé muy bien cuál es; si se refieren al que emana de un
encuentro con un tío que en la discoteca te entra con los ojos rojos como
tomates, cantando a garrafón y con la lengua gorda e incontrolable; si se
refieren a ese romanticismo, me parece maravilloso que se pierda en los territorios
de Tinder. Ahorrarse esa primera experiencia tan desagradable que supone hablar
con un señor o una señora hasta las trancas es una maravilla. Y las parejas son
divinas lleguen de donde lleguen, el caso es que triunfe el amor (por lo que
sé, los que usan Tinder tienen eso del amor en cuarentena, al menos las
primeras cuarenta y ocho horas; y los que no lo usan, también).
Creo yo que el problema no tiene que ver con el amor, o con
lo romántico, o con poder oler el perfume del otro. Me temo que el problema
está arrimado a esa zona tan amplia que ocupa lo inmediato en los tiempos que
corren. Todo ha de ser instantáneo, la reflexión es posterior al impulso
primero, creemos tener nuestras vidas dentro de un dispositivo móvil sin asumir
que lo que ocurre es que somos más tontos, mucho más tontos que antes. Ya no nos
sabemos ni los números de teléfono de la gente que nos importa, sin móvil somos
un cero a la izquierda. Qué tristeza creer que dentro de un móvil está tu vida entera.
Me parece más nocivo utilizar el móvil para abandonar a una
persona enviando un mensaje que para quedar con alguien una primera vez. Me
parece mucho más triste tener que fotografiar todo lo que hacemos (sin
disfrutar de lo que se hace) para decir al mundo entero lo guay que eres. Me
parece de una tristeza infinita que un teléfono sea más importante que
cualquier libro de este mundo. Lo de quedar para darse un revolcón sin conocer
al otro me parece un reflejo de lo que somos ahora, máquinas de vivir tan rápido
como vacíos.
G. Ramírez
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