Miki Puerta y Paloma Moreno: Casados por el rugby

 

Paloma Moreno.

Una de las fórmulas más tradicional de voto matrimonial es esa que dice ‘Yo (fulanito o fulanita), te recibo a ti (menganito o menganita) para ser mi esposo (o esposa), para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe’. Es posible que hubiera sido necesario inventar otra distinta, ad hoc, en el caso de Miki Puerta y Paloma Moreno, alguna que incluyese un apunte parecido a este: ‘en el rugby o en el rugby’. Y es que tanto Miki como Paloma son un matrimonio que parece entregado a cualquier cosa que sea necesaria (los hijos, sus trabajos, los amigos…), pero con el rugby a su vera.

Miki Puerta es toda una institución en el rugby madrileño y son pocos los que no saben quién es en el resto de España. Su labor en la Federación de Rugby de Madrid y en la Real Federación Española de Rugby es extensa, intensa y muy, muy, importante. Su mujer es una de las entrenadoras madrileñas que más ha peleado por el rugby femenino base durante estos últimos años y no creo que haya una sola jugadora que no sepa quién es y la aprecie sinceramente.

Coincidimos todos al pensar en la vida como un partido de rugby. Y me gustaría saber en qué posición juegan ambos en el día a día, en la casa, en la oficina o en el aula (Paloma ejerce la enseñanza). Comienza Miki.

‘Jugaría de centro. Cayéndome, levantándome; pasando poco el balón por las carencias técnicas que arrastré a causa de llegar tarde al rugby, pero sin perder el balón. Como en la vida misma. Sufriendo con las decepciones y disfrutando los éxitos sin filtros. Sin manejar el equipo aunque con la responsabilidad de no poder fallar. Un currito, vaya’.

Paloma jugaría de segundo centro.

‘Soy muy acelerada. Creo que en la vida hay que tener rapidez y decisión. Yo me ofrezco a todo, trato de estar dispuesta con todo el mundo. Suena un poco vanidoso, pero es la verdad, hago cualquier cosa. Y, además, tengo carácter y cuando la delantera no saca el balón a la línea me enfado, me molesta. En la vida me pasa lo mismo; si alguien no hace lo que debe hacer me molesta, lo respeto aunque me molesta’.

Se conocieron en la facultad de matemáticas y, en concreto, en el equipo de rugby. Miki jugaba junto al hermano de Paloma. El segundo año comenzaron a salir juntos y yo juraría que uno es la suerte del otro (y viceversa) desde que se conocen.

‘A él le ha venido muy bien que yo esté absolutamente entregada al rugby y que me guste tanto. De otro modo no hubiera sido posible que se dedicara de forma tan radical’, dice Paloma.

Yo diría que no parece que te moleste mucho, replico.

‘Relativamente. Cuando los niños eran más pequeños la carga de trabajo era enorme. Aunque es verdad que como veía que él iba creciendo tanto como entrenador, mi alegría por sus triunfos eran proporcionales a la importancia. Pero insisto en el que el peso de los niños ha estado presente mucho tiempo a pesar de que yo los he llevado siempre conmigo y si tocaba al campo de rugby iban al campo de rugby. Ni me lo pensaba. Decidimos en su momento que, ya que él estaba un peldaño por encima como entrenador, se dedicara algo más de tiempo. Ahora, las cosas han cambiado. Él sigue dedicando mucho más tiempo y yo voy a todo lo que quiero porque el cuidado de los hijos ya me lo permite. Además, en casa los chicos saben que el rugby es importante y colaboran sin quejarse. En otras familias todo está enfocado hacia los hijos. Nosotros les pedimos colaboración para que podamos tener las parcelas cubiertas y ellos lo hacen muy bien’.

Miki Puerta.

Pregunto a Miki por su etapa de jugador.

‘Mi etapa como jugador fue muy fructífera. Me divertí mucho y gracias al rugby conocí a los que serían mis amigos y a mi esposa; gracias a jugar al rugby descubrí a mis nuevas familias. Jugué en Matemáticas y posteriormente en el Canoe. He de decir que mi rendimiento como jugador fue muy pobre. Fui capitán en el segundo equipo del Canoe durante seis o siete años; convocatorias con el primer equipo creo que no llegan a cinco. Lo que sí me apuntaba era a las giras que hacía el equipo. Estados Unidos, Londres, Suecia y todas las nacionales. Me sentí muy querido en el primer y en el segundo equipo de Canoe. En cuanto a hitos deportivos, se reducen a un par de fases de ascenso. Y gracias a ser jugador, hace veinticuatro años, Javier Portillo que era entrenador del equipo sub 18, me pidió que le echara un cable puesto que su mujer estaba embarazada; a las dos semanas me dijo que la cosa se le había complicado y me quedé al frente de ese equipo casi sin darme cuenta. El año que viene cumplo veinticinco años entrenando consecutivamente. Sub 18, sub 23, senior este año y siempre en esta casa’.

Ambos dicen sentirse mucho más cómodos con los colores azul y amarillo en la camiseta. ‘Este año hemos comenzado a remontar al vestir nuestros colores’ dice Miki sonriendo abiertamente. Y también se sienten cómodos ejerciendo de Piratas y peleando por el equipo que ahora se llama Pozuelo Rugby Unión (PRU).

¿Qué debe tener un jugador de rugby para ser uno de los buenos? Miki contesta con rapidez, con las ideas ordenadas y desarrolladas.

‘Nosotros los entrenadores hablamos de cuatro patas: de la física, la técnica, la táctica y de la pata mental. Las cuatro son fundamentales. Una buena condición física que te capacite para jugar, una preparación técnica adecuada para el puesto que ocupas, saber leer el juego para desarrollar el sentido táctico; y fortaleza mental suficiente para no venirte abajo, saber lo que significas para el equipo y no quedarte fuera si las cosas se complican. Es el desarrollo de esas cuatro cosas el que te permite ser un buen jugador de rugby; si una de ellas es extraordinaria el jugador se convierte en un elemento decisivo en su equipo y en posible jugador de la selección. Ser bueno en las cuatro te convierte en un fuera de serie. Esto vale para los chicos y para las chicas. No hay diferencia alguna si se trata de unos u otras’.

Paloma Moreno con jugadoras de la Escuela del CRC

Paloma añade aspectos que atañen a las jugadoras de rugby, sobre todo a las más jóvenes. Para ella, el papel de las jugadoras va un poco más allá de jugar bien al rugby. Tiene muy claro que a las jugadoras jóvenes del equipo senior del PRU hay que señalarles el futuro.

‘Es que es precioso lo que van a vivir y esto es solo el comienzo. Tendrán que liderar una escuela en la que jugarán un montón de niñas cuando ellas ya sean algo más mayores; tendrán que saber ser referentes para un grupo de nuevas jugadoras que crecerá con el tiempo. Y eso es la gran motivación para que continúen encabezando un proyecto que acaba de nacer hace muy poco tiempo. Serán el ejemplo de todas ellas. Creo que se lo van a pasar bomba, unas y otras. Y todo esto es fundamental para que sean grandes jugadoras. No sólo se trata de placar bien’.

Miki añade que serán referentes aunque para ello necesitan encontrar los suyos propios y asumir la responsabilidad que van a tener más pronto que tarde.

Paloma Moreno apostilla.

‘El problema de las jugadoras nuevas es que la capacidad de aguante es limitada y los comienzos, en equipos mixtos hasta los dieciséis años, son durísimos para ellas. Todo es complicado y costoso para las chicas’.

¿Cómo ve un entrenador de tanta experiencia el rugby femenino? Este parecía un deporte exclusivo de hombres y no lo era…

‘Siempre he sido un espectador más respecto del rugby femenino. Desde los tiempos en los que jugaban Paloma Loza o Mariana Marxuach. Asistí a la aparición de los equipos universitarios (hace no muchos años no había ni uno solo) y actualmente existe una liga. Y así todo, el rugby femenino no ha dejado de crecer, de ir para arriba desde los comienzos hasta ahora. En este momento, creo que se está viviendo un periodo de cambio generacional. Con Ángela del Pan, las hermanas Pla, María Casado o con Carlota Meliz, se había llegado a un nivel muy importante y ya han dejado paso a una generación más joven que tendrá que emular lo que consiguieron estas mujeres. En todos los equipos pasa algo parecido llegado el momento. Tras una generación excepcional llega una etapa valle (que no es mejor ni peor) y la generación que llega termina remontando hasta el mismo nivel que la anterior e, incluso, mejor’.

Paloma Moreno al hablar de la situación actual del rugby femenino es taxativa.

‘Mi objetivo es tener un equipo exclusivamente femenino en la escuela. El club lo tiene muy claro y voy a pelear sin parar hasta conseguirlo’.

Les recuerdo a ambos que tenemos un problema de fichas femeninas a nivel nacional. Y tratan de desbrozar el asunto aportando datos. ‘Nunca hubo tantas fichas femeninas como ahora. El verdadero problema es que todo se diluye entre un número de equipos excesivo, por la dispersión de jugadoras y el nivel técnico de las jugadoras termina viéndose afectado’.

Es evidente que es necesario trabajar en la promoción del rugby femenino. Paloma hace contabilidad y repasa lo que está pasando en CRC.

‘En CRC tenemos, ahora, al menos dos o tres chicas en cada categoría. Hemos reforzado el equipo senior con varias jugadoras muy jóvenes, en sub 16 tenemos seis jugadoras, siete en sub 14, tres en sub 12, tres en sub 10. El objetivo es llegar a presentar un equipo femenino en sub 14; eso sería lo ideal’.

Miki hace hincapié en un aspecto de la realidad de las jugadoras que parece más que interesante y motivo de reflexión.

‘En las federaciones autonómicas van por ese camino también; llegar a tener una liga femenina desde las categorías inferiores es el gran reto. Aunque eso tiene cosas buenas y no tan buenas. Porque en los equipos mixtos la exigencia física, la mental y la técnica obliga a las chicas a un esfuerzo enorme que les forma como jugadoras con gran rapidez. También es verdad que hay un índice de abandono bastante alto debido al nivel de contacto particularmente duro y eso hay que controlarlo. Las chicas que aguantan llegan mentalmente muy fuertes’.

Paloma añade algo esencial en la vida de un jugador de club que atañe a chicos y chicas.

‘Con los jugadores hay que tener mucha cintura y ser comprensivos al máximo. Si tienen un problema fuera del club se les debe apoyar sin reparos y si se les está dorando la píldora más de la cuenta hay que tirar de ellos hacia el suelo y advertirles de que no están en su tope y deben mejorar. El club, en ese sentido, es un refugio en el que el jugador busca siempre lo que le hace falta y por eso echar raíces es tan importante. En CRC no queremos nada de nuestros jugadores, lo que queremos es todo con ellos. La diferencia es muy importante’.

Entre ambos dibujan el rugby de pe a pa.

Miki Puerta con jugadores y parte del Staff de PRU

Como vamos acabando  pregunto a Paloma si hablan mucho de rugby en casa. Confiesa que se atreve a dar consejos a su marido, pero en privado. ‘En público, nunca. Nos respetamos y yo algo sé de esto, también’. Paloma tiene el nivel dos de entrenadora; Miki el tres. ‘Que conste que nos decimos cosas sobre los entrenamientos uno al otro y no hay problema alguno. Y hablamos de todo, no sólo de rugby’. Y confiesa, de paso, que no se imagina su matrimonio sin el rugby presente en cada esquina. ‘Aunque podría ser, porque por encima de todas las cosas está mi marido. Suena algo duro, pero por encima de mis hijos o del rugby está mi marido.

Por su parte, Miki dice imaginarse cómo va a envejecer junto a Paloma. ‘No me imagino con ochenta años trabajando, pero sí viendo partidos de rugby con ella al lado’.

Antes de acabar ¿qué podemos decir a los padres de las chicas que quieren jugar al rugby? Contesta Miki mientras Paloma asiente sin parar.

‘A los padres que tienen dudas sobre si sus hijas deben jugar al rugby les enseñaría la sonrisa con las que llegan las jugadoras más jóvenes al campo, el grupo que forman en cada categoría y el ambiente que son capaces de generar. Y les contaría el desarrollo que yo mismo he vivido al incorporarme al mundo del rugby. Insisto en que me permitió conocer nuevas familias. En CRC hemos cambiado la vida de mucha gente. De niños, niñas y de padres y madres. El ambiente de un club de rugby ha de ser familiar para potenciar todos los valores que se trabajan en el campo de juego; me encanta pensar que el rugby puede ser lo mismo que vivimos hace treinta años y que se mantiene intacto lo fundamental’.

Lo dicho; en la salud y en la enfermedad, en el rugby o en el rugby (sí o sí). Entrañable charla.

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