A Isabel Díaz Ayuso le gusta la fruta. Y el fango.
Fotografía: CAM |
Giorgia Meloni parece una peligrosa activista de extrema
izquierda al lado de nuestra Isabel Natividad Díaz Ayuso. Y creo que la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid es lo peor
que le ha pasado a la política española en los últimos cuarenta años.
Brillante, lo que se dice brillante en sus estudios nunca ha
sido. Si no quiere que veamos su expediente académico será por algo. Y las
carencias intelectuales de esta mujer son monumentales. Les invito a que echen un vistazo a la hemeroteca para que puedan valorar los disparates que ha dicho Díaz Ayuso durante estos últimos años. Ahora bien, se podrían hacer mil
chistes utilizando la ignorancia de la presidenta de la Comunidad de Madrid,
pero ese no es el camino. Lo que hay que hacer es depositar la papeleta que el
ciudadano crea que sirva contra el insulto, el embarramiento político de cualquier
asunto, la confrontación como herramienta electoral o la brusquedad en las
formas, en el discurso y en la construcción ideológica. Ayuso es el ataque
frontal, la trinchera y la ridiculización del dolor ajeno.
Insiste en insultar al presidente del Gobierno de España. Eso de ‘me gusta la fruta’ le está dando un juego considerable. Y cada vez que dice que le gusta la fruta está llamando hijo de puta a un señor que está al frente de un país. Ya he dicho mil veces que Pedro Sánchez no es santo de mi devoción, pero no se puede insultar de esta forma a una persona a la que han votado millones de personas y es apoyado por cientos de miles a través de sus representantes. Ya está bien de chistes tan cochambrosos y de aplausos a una forma de hacer política más que lamentable.
Ahora, Isabel Natividad Díaz Ayuso coquetea con el presidente argentino, con el tipo que va con una motosierra a las manifestaciones y no duda en recortar derechos sociales porque le importan muy poco los más pobres. Hace muy poco hemos escuchado decir a Díaz Ayuso que viva no sé qué… carajo. Como sabe que en España hay un número de seguidores notable de ese hombre, aprovecha y trata de sumar votos. Sin despeinarse, sin vergüenza alguna. Lo que representa Milei es la desigualdad social, el capitalismo apabullante, el reinado del dinero y de lo rentable frente a lo bueno y la esencia del ser humano; lo que representa Milei es la ferocidad del marketing y del bulo como alternativa a la verdad. Y no son pocos los que se ríen viendo el desastre argentino y pensando que en España nos iría de lujo con alguien parecido a él en el Palacio de la Moncloa. Resulta inexplicable. Pienso mucho en cómo se puede aplaudir a este tipo o a la señora Le Pen en un mitin sabiendo que representan un universo tan endemoniado. Por cierto, Marine Le Pen fue muy aplaudida en el último mitin fascista de Madrid siendo la que ha dicho que piensa cerrar la frontera a los productos agrícolas españoles. Es muy impresionante que el mensaje sea igual en distintos países y que los seguidores de este tipo de partidos no sea capaz de entender que los nacionalismos van en contra del resto de países. Aplaudir a Le Pen es animar a que el desastre de nuestros agricultores sea una realidad, agricultores que se manifiestan regularmente en Madrid enarbolando banderas de Vox.
Desde que Isabel Díaz Ayuso se ha hecho fuerte (hay que
recordar que llegó perdiendo claramente unas elecciones y que tuvo que pactar
para lograr ser presidenta de la Comunidad de Madrid) el enfrentamiento político
ha ido a más. Ha entendido, también, que las redes sociales son ese espacio en
el que se parte el bacalao (en Vox lo tienen claro y Pedro Sánchez lo mismo),
que el fango es ese terreno en el que el adversario político (ella los llama
enemigo) resbala y suele no levantarse, que los bulos pueden descubrirse aunque
el poso queda por siempre jamás y que las cosas se olvidan cuando regalas unos
eurillos a los ciudadanos de sus impuestos. El arte del birlibirloque en su máximo esplendor.
Giorgia Meloni creía ser terrible, dura, una verdadera destroyer. Y no porque al lado de Díaz Ayuso es un alma bondadosa. Que alguien le advierta de lo que está pasando. La pobre vive engañada y es una pena. No se nos vaya a convertir en moderada antes de tiempo.
G. Ramirez
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