Un mundo tan rentable como odioso según Javier Milei

 

Javier Milei durante la última campaña electoral en Argentina. / Fotografía de Marcos Gómez

Javier Gerardo Milei es el presidente de Argentina y está en España.

No sé si me produce mayor desazón escuchar lo que dice o comprobar que doscientas personas le ríen las chanzas que suelta sin pudor. Desde luego a mí no me hace ni pizca de gracia y me abochorna que alguien pueda disfrutar con chistes que denigran la condición humana.

Durante una charla de este pasado viernes, en la sede del diario 'La Razón', ha dicho cosas verdaderamente escandalosas para cualquier ser humano que quiere un mundo mejor, una sociedad plural en la que las oportunidades sean iguales para unos y otros, un planeta que sirva de hogar (el único posible) y no se convierta en un infierno para miles de millones de personas y un paraíso para unos pocos.

¿Cómo el presidente de un gran país puede pensar y decir que la justicia social es ‘aberrante'? ¿Acaso sólo es el presidente de empresarios y gente con dinero; ha olvidado este hombre que en Argentina a millones de pobres los está condenando a una vida insoportable? ¿Es normal que el presidente de Argentina crea que la redistribución de la riqueza sea fruto del ‘resentimiento’ y la ‘envidia’ de los que menos tienen? ¿Se puede consentir que el presidente de un país enorme y poderoso crea que los impuestos son un robo? Para Milei, los héroes son los que ‘ganan plata’, ellos son los únicos que benefician a la sociedad. Y, los socialistas (así a lo bestia, sin filtros) son el ‘lado oscuro, negro, satánico, espantoso, atroz’, el cáncer de la sociedad. Pensar en el bien común es para este hombre, por lo que se ve, un error de bulto y debe ser erradicado de las mentes modernas.

Para Milei, el fin justifica los medios. Si para que Argentina se convierta en un paraíso del dinero hay que dejar atrás a los más pobres se hace; pase lo que pase, se hace. La atrocidad de un pensamiento semejante es de una brutalidad desmedida.

Sin embargo, se ponga como se ponga el señor Milei, el mundo es  mucho peor cada día que pasa gracias a ideas como las suyas; el caso es que buscando la rentabilidad se han perdido gran parte de las cosas buenas.

Que la sanidad sea universal y gratuita es algo parecido al pecado original o algo así. Porque es cosa de pobres (los ricos pueden seguir sanando y vivir con privilegios sin que existan esas cosas públicas). Que los colegios públicos asuman la gran responsabilidad de una enseñanza laica, para niños nacidos en Argentina o en cualquier otro lugar del mundo, se ha convertido en una especie de lujo que no se pueden permitir. Parece que el mundo solo puede ser un lugar maravilloso para vivir si las grandes corporaciones del mundo ganan dinero, sea como sea.

Rentabilidad. Esa es la palabra clave, mágica. Todo debe ser rentable. Si es una auténtica mierda da igual. Aquí manda el dinero. Y si eso genera diferencias, pobreza o violencia social, es igual.

Ya he dicho alguna vez que, puestos a ser rentables, podríamos dedicarnos en masa al tráfico de armas, al de órganos, al de mujeres o al de drogas. Esto deja pasta a espuertas. Que alguien avise al señor Milei, que alguien le diga que tenemos un plan que convertirá a Argentina y al resto del mundo en lo más de lo más. Es verdad que, también, en los más asquerosos (desigualdad social, brechas entre clases insalvables, corrupción descontrolada, hambre, pobreza…). Pero da igual. Rentabilidad, rentabilidad...

G. Ramírez

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