Fútbol al ritmo del ‘Cara al sol’

Hace tiempo que la realidad se postró ante el cetro de lo incomprensible, de lo disparatado y de lo zafio. Hace tiempo que lo que antes se ocultaba por una cuestión de pudor ahora se airea sin ton ni son. No hace mucho tiempo el que no leía, el que era un leño, mantenía en secreto (si podía) lo que era, lo que no hacía. Hasta hace poco el que era un maleducado se podía encontrar con el rechazo general si se pasaba de la raya mientras que, ahora, se considera un héroe al primer tarugo capaz de ponerse gallito frente a una personalidad. Y así todo. Vivimos una situación en la que muchos se informan en Tik Tok (como lo oyen), escuchan la radio (los que quieren parecer más cultos) y repiten lo que escuchan como cotorras sin saber qué significa, y en la que lo importante es que te sigan muchos en redes sociales aunque sean unos jamelgos. Vivimos la era de los tocinos presumidos.

La selección nacional de fútbol (o la de cualquier deporte) se compone de una serie de deportistas y de técnicos que representan a todo un país. Esa es la razón fundamental por la que no se debe mezclar deporte y política, o deporte y religión. Por ejemplo, en España, la selección nacional de fútbol no es propiedad de nadie. Sin embargo, estamos asistiendo a un espectáculo chusco, vergonzante y rebosante de mal gusto. Un futbolista (un tal Carvajal que no esconde sus preferencias políticas y embarra todo aunque niega hacerlo) no saluda con un mínimo de respeto al presidente del Gobierno de España y es aclamado en redes sociales; el resto del equipo muestra una frialdad tremenda en esa recepción y los futbolistas se creen que están haciendo una heroicidad (hay que preguntarse si Carvajal ha arrastrado al resto o si es que son todos igual de maleducados). Por otra parte, estos sujetos, celebran en público la victoria gritando que Gibraltar es español y, así, vuelven a meter la pata al mezclar una cosa con la otra y, de paso, olvidan que los valores del deporte son incompatibles con algunos asuntos. Estos son ejemplos de lo que hemos tenido que soportar (algunos) estos últimos días. Por cierto, Pedro Sánchez es el presidente del Gobierno español, de todos los españoles. Les guste más o menos, lo es. Porque le han votado millones de españoles que no son mejores ni peores por ello. Millones.

Por si era poco, en la plaza de Cibeles, durante esos festejos tan aburridos y chabacanos que hemos soportado, no eran pocos los que cantaron el ‘Cara al sol’, los que señalaban a los que no tenían sangre española en las venas, los que llamaban don Daniel a un tipo por mostrar un mal gusto en las formas desmesurado, reír la derrota del rival y cosas parecidas (todo lo que en el mundo del deporte debería repugnar). Eso es lo que hay y los jóvenes en masa (grandes seguidores de Tik Tok) creen que están llenos de razón cuando no saben ni lo que representa el ‘Cara al Sol’, no han leído ni una página que recoja un solo discurso de José Antonio Primo de Ribera, y saben de la España del siglo XX lo mismo que de Alaska o de Groenlandia hace 348 años. Es todo doloroso y absurdo.

La victoria de España en este pasado campeonato de Europa de selecciones nacionales debería ser una alegría y se ha convertido en una polémica más. Y no es precisamente la victoria de la pluralidad, la derrota de la xenofobia, ni nada de eso. Ni de lejos.

Me decían hoy que Sánchez es un político sin escrúpulos que juega a polarizar la sociedad, que es un traidor y un hijo de puta. Se me ocurren algunas preguntas. ¿Tiene Abascal escrúpulos al señalar a toda la izquierda (políticos, votantes y simpatizantes) por ser culpables del atentado contra Trump? ¿No es eso polarizar? ¿No es polarizar llamar hijo de puta al presidente del Gobierno y reír la gracia a una presidenta madrileña que se inventa eso de ‘me gusta la fruta’? ¿No es polarizar que se refieran del modo más despectivo posible a todos los que piensan diferente, a los ‘progres’? ¿Traidor? Podemos revisar las múltiples ocasiones en las que dirigentes del PP intentaron negociar con ETA el fin de la violencia (lo de ser socio de Bildu les parece una traición a los que le acusan). Podría seguir aumentando esta lista, pero me da pereza; me fatiga todo esto. De verdad. Y que conste que a mí Sánchez no me gusta un pelo, pero me gusta menos en lo que se está convirtiendo la sociedad española.

Lo cierto es que parece ser que hace mucha gracia la mala educación, y que las ideas más estúpidas que manejan algunos tarugos se hacen importantes gracias a las redes sociales. Y eso apesta a tragedia. Ya llegará el día que alguien cargado de razón se pase de la raya y todo serán lamentos (¿Recuerdan el muchacho que asesinaron por ser gay en A Coruña por el simple hecho de ser gay? ¿Quieren que repasemos el comportamiento de los aficionados al fútbol cuando se encuentran ante un negro o un gay o una mujer árbitro? ¿Quieren que echemos un vistazo a la prensa los días antes de la sublevación militar que encabezó Franco el año 1936? Se parece mucho a la de ahora. Busquen, busquen. Por cierto, ese sí que fue un traidor).

Qué pena, qué pereza y qué fatiga.

G. Ramírez

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