Gran Hermano: No todo es franquismo
María José Galera y su hija |
Que Gran Hermano es la madre de
todos los formatos de realities
conocidos es una evidencia. Que Gran Hermano es un espacio televisivo en el que
se junta la caterva más extravagante, estrepitosa, improbable y tóxica de la
televisión, es otra.
Los concursantes de Gran Hermano
resaltan por su incultura, por sus ganas de ganar dinero fácil, por su deseo de no pegar un palo al agua, por su falta de educación y por (muchas veces) su
falta de decoro.
Desde el jueves, asistimos a un
espectáculo tan desagradable como hipnótico, un espectáculo en el que ya vamos
viendo de qué píe cojea cada uno de los concursantes. Por ejemplo, una joven
que entró pidiendo pruebas de salud médica (en concreto de enfermedades de transmisión sexual) para que se pudieran pegar a ella porque,
según ella misma, es muy escrupulosa, no tiene problema alguno es peinarse en
la cocina con un bol de ensalada delante (esta es la misma que dice ‘si yo
hablo con todo el mundo y tengo conversaciones profundas con todo el mundo,
porque yo soy una persona profunda’ cuando lo más profundo que ha dicho ha sido
buenas tardes o hagan pruebas a todos estos. Por ejemplo, una tal Vanessa le
dice a su compañera Daniela que le ve como una ‘tía franca’ y esta le contesta
que ‘bueno, no todo es franquismo’. Como lo oyen. Es una cosa de locos. Por ejemplo,
vemos a una tal Maite cómo confiesa que sus partes pudendas están llenas de
telas de araña y sólo les falta el insecto por falta de uso. Todo muy cuqui.
Esta edición de GH promete
terminar como el rosario de la aurora, a palos, entre gritos y entre revolcones
porque la sexualidad está a flor de piel.
Prometo contar a diario lo que
vaya sucediendo.
Y para los que os preguntéis si
me gusta o no GH, os desvelo el secreto: la atracción que siento por el
programa es directamente proporcional a lo que me asquea de él. Ya os decía
antes que me resulta hipnótico por completo. Tanto como cómico si alguno de los
participantes quiere ponerse en modo exquisito, tanto como atractivo si los
participantes se ponen en modo destroyer y se insultan o se critican sin
filtro.
Una última cosa. Me atrae sin que tenga que sentir vergüenza porque
esto no es la vida misma como nos han querido vender tantas veces. Los jóvenes
españoles son otra cosa. Estudian, trabajan, se quieren… Estos son lo que son.
Nada que ver con la realidad. Si GH fuera reflejo de nuestra sociedad estaría pensando
en escapar a Groelandia o Alaska o cualquier lugar ignoto.
Mañana más.
G. Ramírez
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