Decir te quiero en Whatsapp es como decir 'arroz Catalina'
Como todo el mundo sabe, existe
una opción en Whatsapp que permite eliminar los mensajes enviados. Escribes,
envías, te arrepientes, eliminas. Y es posible que no sea leído por el receptor
aunque no es seguro. Yo, por ejemplo, he visto mensajes notificados que luego
se han convertido en un bonito ‘Este mensaje ha sido eliminado’ al intentar
volver a leerlo en el chat correspondiente.
Antes esto no era posible. Me
refiero a cuando escribíamos cartas a mano y las enviábamos por correo. Lo
escrito, escrito quedaba. Por eso el grado de reflexión antes de escribir era
mayor; por eso las cartas eran tan respetadas; por eso lo inmediato no ordenaba
nuestra existencia. Lo escrito, escrito quedaba. Un ‘te quiero’ se hacía
eterno, servía para siempre. Ahora, los ‘te quiero’ se difuminan con el
arrepentimiento veloz y, ni siquiera, sabemos dónde van a parar. O tal vez no
se queden en nada. Quizás todos leemos muchos de esos mensajes que nos envían y
borran casi al mismo tiempo. Tal vez nos hacemos los tontos porque nos da pena
que lo poco que nos dicen se pueda borrar sin consecuencias.
Lo escrito, escrito quedaba y era
sagrado. Todo lo que perdura tiene su propio altar. Por eso, hoy, casi nada
crece en un templo; por eso, casi nada, importa. Nos conocemos a través de una
pantalla (algunos dicen que es complicado encontrar pareja mirando una
pantalla; me gustaría verlos en un bar de copas intentando encontrar a tu
compañero de vida como se hacía antes; eso era arriesgar, eso sí era vivir al límite
cada noche de fiesta). Hablamos a través de una pantalla (mirar a los ojos es
mucho más intenso, más emocionante). Escribimos y borramos sin dar importancia
a lo sagrado de la palabra. Antes, lo escrito, quedaba escrito. Ahora, no
sabemos qué pasa con esas palabras. Hemos convertido lo importante en cosas de
cuarta categoría.
Amores prematuros, odios
exagerados, amistades eternas reducidas a la nada... Mentiras efímeras o
verdades ocultas por siempre jamás. No lo podemos saber.
G. Ramírez
Comentarios
Publicar un comentario