El mundo según nuestros animales

Junto a Gaia durante un partido de rugby.

Al regresar del parque junto a Gaia, me he encontrado con una joven en la calle. Estaba sentada en mitad de la acera (algo muy poco corriente en Madrid), llorando en silencio, con discreción, al sol, con su perrita en brazos. Muy cerca de casa tenemos un hospital canino y los dueños (que forma tan fea de referirnos a las personas que comparten su vida con los animales) suelen pasear a los enfermos por aquí, muy cerca del parque del  Retiro de Madrid. He parado para decir a la mujer que la perrita estaba orinando y le iba a manchar. Me da igual, está muy asustada y prefiero que esté así; ya lavaré los pantalones. Hemos hablado de la pancreatitis que sufre la perra y, tras animarle tanto como he podido, le he deseado mucha suerte antes de seguir.

Gaia, mientras todo esto ocurría, miraba a la enferma con atención, como intuyendo que algo no iba bien, aportando toda la tranquilidad necesaria en un momento como ese. Y, ahora, pienso en lo que somos capaces de hacer los que amamos a nuestros animales y en la lealtad incondicional e inquebrantable con la que nos sorprenden nuestros perros, gatos o caballos. Si hay que sentarse en mitad de una acera de una calle de Madrid para tomar el sol junto al perro enfermo se hace (piensen en lo que eso significa en una ciudad tan hostil, tan nerviosa y tan fría); si nos ensuciamos la ropa y con eso hacemos la vida más fácil al animal se hace; si tenemos que hablar con un desconocido para compartir penas o alegrías que tienen que ver con nuestros perros o gatos lo hacemos y podemos fingir ser conocidos desde treinta años antes. Definitivamente, los que vivimos junto a perros o gatos o caballos, tenemos nuestra propia realidad y buscamos consuelo, comprensión y un lugar en el que un interés común a todos articula las relaciones. Y pienso que todo se construye desde la lealtad de los animales.

Sólo una persona que sabe lo que se puede llegar a querer a un perro entiende que estés tan preocupado, sólo alguien que sabe lo que es perder un animal puede llegar a comprender lo que significa su ausencia. El dolor o la alegría vivida te permiten intuir lo que le pasa a otro.

¿Sonríe a las personas que se cruzan con usted por las calles de la ciudad; le dice buenos días a todos los que ve? Los que paseamos con los animales nos saludamos y nos sonreímos con mucha frecuencia. Vivimos en una realidad paralela. Sí, muy paralela. Porque los animales cambian todo.

G. Ramírez

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